Encabezaba la marcha Edward Mosberg, superviviente de Auschwitz, quien viajó desde Israel con su nieta para recordar en Polonia a sus familiares asesinados en el campo de exterminio nazi.
Muchos de los jóvenes llevaban la bandera israelí sobre sus hombros cuando cruzaron la puerta con la tristemente célebre inscripción «Arbeit macht frei» («El trabajo libera») del campo de Auschwitz para recorrer después en silencio los tres kilómetros que lo separan de Birkenau, el verdadero lugar del exterminio.
Sólo en Birkenau fueron asesinados por el régimen nazi durante la II Guerra Mundial al menos 1,1 millones de prisioneros judíos. Auschwitz-Birkenau fue el mayor de los campos de exterminio nazis y se convirtió para el mundo entero en símbolo del Holocausto.
Las leyes de Núremberg y los juicios de Núremberg fueron este año el tema central de esta marcha, que desde su primera edición, en 1988, ha logrado convocar a 220 mil participantes de 52 países, según informaron los organizadores.
En una «Declaración de Núremberg» los participantes llamaron no sólo a luchar contra el antisemitismo y la negación del Holocausto, sino que denunciaron también la indiferencia que deja vía libre a los disturbios, la violencia e incluso el genocidio.
Fuente: Excélsior