Colaboración de Benjamín Torres Uballe
La “renuncia” de Alejandro Baquedano Sánchez, delegado federal de “Prospera” en Veracruz —exhibido por el PAN y PRD al utilizar ese programa con fines electorales en beneficio del PRI—, es sencillamente más de lo mismo. Lo es del uso demagógico, electorero y perverso de los inútiles programas sociales gubernamentales, que no sirven sino para que muchos de quienes los implementan, junto con determinados proveedores, llenen ilícitamente sus cuentas bancarias.
A través de los años, en diversos sexenios, dichos programas —se ha comprobado hasta la saciedad— resultan una grotesca simulación y deplorable herramienta política. Desde el ambicioso “Solidaridad” de don Carlitos Salinas, pasando por el “Progresa” de Ernesto Zedillo, las “Oportunidades” de Vicente Fox y Felipe Calderón, hasta la “Cruzada contra el Hambre” y “Prospera” de la administración peñista, constituyen mero desfile de nombres rimbombantes y frívolos. Una “aguda” competencia de talento para ver quién descubre el título más ingenioso y comercial.
Para comprobar la inutilidad de los “ambiciosos” programas sociales, basta analizar las cifras del Coneval para observar que lejos de disminuir el número de mexicanos en pobreza, aumenta cada año. Tan sólo del 2012 a 2014 se agregaron a esa paupérrima condición 2 millones de connacionales, al pasar de 53.3 millones a 55.3; prácticamente la mitad de la población. Se confirma, así, la imposibilidad de curar un cáncer con una simple aspirina de genéricos.
Son funcionarios que por iniciativa propia o instrucciones superiores manipulan los recursos sociales a su favor o de los institutos políticos en los que militan; no es una novedad en el país, como tampoco es exclusivo de partido alguno. Todos ellos lucran inmoralmente con la necesidad y el hambre ancestral de los mexicanos a cambio de votos que debieran anularse.
Ocasionalmente nos enteramos de las jugarretas electoreras, sobre todo en la proximidad de comicios, como es el caso actual. Sin embargo, no obedece a la sagacidad de las autoridades, más bien a la inmundicia que se arrojan los contendientes. De esta manera es posible enterarnos de la malvada utilización y saqueo de los “programitas” —dizque— sociales, por filtraciones, audios, videos y “periodicazos”. No importa el medio, lo importante es denostar al adversario, y en medio de la “guerra sucia” aparece una y otra vez la perversidad en el uso de los programas sociales que derrochan inmensos recursos y que no solucionan absolutamente nada, salvo la situación económica de no pocos vivales encargados de su “manejo”.
En tanto los objetivos sociales del gobierno no se enfoquen a las verdaderas causas que originan el rezago —en todos los aspectos— de los 55 millones de mexicanos, el dispendio de los cuantiosos recursos será en vano —excepto, insistimos, para ciertos pillos—. Apostar a la educación, investigación, inversión en infraestructura, empleo y justicia es impostergable para salir de la cada vez más amplia y profunda brecha de la desigualdad que hoy domina a esta nación, donde a duras penas sobrevive la mitad de su población. Por ello el “mal humor social”.
Hay que ver hasta cuándo el gobierno federal comprende que no se atacan los efectos. Para buscar una solución es necesario ir al origen, poner énfasis en aquello que lo produce, claro, si se tiene la voluntad y el interés político de hacerlo. Por el contrario, si el deseo es seguir medrando con las clases más necesitadas y verlas como botín político, entonces nada hay por agregar. Continuaremos siendo un país bananero hasta que estalle el hambre… y la paciencia.
DILMA SE VA… SE VA… ¡SE FUE!
Lo ocurrido en Brasil con la ahora suspendida presidenta Dilma Rousseff desde luego que es consecuencia de las maniobras oscuras que le construyeron sus enemigos políticos. Nadie duda de ello. No obstante, esos adversarios canalizaron a la perfección los yerros de Dilma y, sobre todo, la inmensa corrupción que sistemáticamente ha golpeado a los brasileños. Pobreza, desigualdad, violencia, crisis económica y altos niveles de desempleo terminaron por hartar a los cariocas. Los demagogos estiraron la liga hasta romperla. ¿Alguna similitud con México?
EL DESTAPE DE MANCERA
Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, en repetidas ocasiones ha dicho que sí le interesa competir por la Presidencia de la República en el 2018, pero que hoy está concentrado en la administración de la capital del país. Digamos que ha sido mesurado al respecto. Quien de plano no se aguantó las ganas de “destapar” a Mancera fue el coordinador de la bancada perredista en el Senado, Miguel Barbosa. El legislador poblano, tan aficionado a los medios de comunicación, considera que Mancera Espinosa es la mejor opción para el sol azteca en la búsqueda de la silla presidencial. Ah, qué señor Barbosa tan desesperadito…
@BTU15