La candidatura presidencial de Donald Trump es inevitable… y la pesadilla, necia realidad.
En su marcha imbatible rumbo a la Casa Blanca, el magnate neoyorkino deja tirados varios cadáveres políticos: el senador texano Ted Cruz –un derechista más radical que el propio demonio de Trump; el rival más duro, con poco carácter–, John Kasich, gobernador de Ohio –¿podría ser llamado a integrar la fórmula del hijo de la “trompada”?–, y los desinflados Marco Rubio, senador por Florida, y Jeb Bush, hijo y hermano de expresidentes.
Medio EU le ha comprado a Trump el discurso populista y demagógico contra el hartazgo hacia los políticos, y de odio a favor de la deportación de 11 millones de ilegales que amenazan puestos de trabajo quienes aplauden la construcción de un muro en la frontera con México y el bloqueo de las remesas que mandan nuestros paisanos, invitados a bailar con el copetudo más feo.
Entre vulgares payasadas de mal gusto sin límite, Trump presume ser un exitoso hombre de negocios necesitado de un “socio” experto en política, o quizá un rudo militar de alto rango para borrar del mapa al terrorismo islámico, y resolver el lío de medio Oriente.
Reto inmediato para Trump es restañar las profundas heridas que ha provocado la contienda al interior del Partido Republicano, para ir unido con todos los duros de los duros tras los huesos de La Hillary, a quien el machista maldice.
Ese Donald no se hace “pato”. Sólo con la posibilidad de vencer en las elecciones ya ha ganado mucho. Su lema indeclinable es “ganar y ganar y ganar a como de lugar”, aunque sea con insultos, y profundos agujeros de ignorancia.
La Convención Republicana de julio solo será el trámite inevitable para la extrema unción del magnate neoyorkino.
Vienen cinco meses de cruenta batalla electoral. Apostar por Hillary contra Trump no es precisamente jugada segura.
Es cierto, de político a política, Hillary Diane Rodham Clinton goza de mayor prestigio y trayectoria, pero la neoyorquina no llegará a la pelea en su mejor forma, sin embargo todo indica que nada le quitará la nominación del Partido Demócrata, pero su intento por ganar la Presidencia de EU no será para un día de campo, menos con el demonio machista al acecho.
Por escandalosa, la contienda electoral en EU garantiza taquilla.
EL MONJE CARNÍVORO: ¿Ya nos llevó la “trompada”? Contra ese extraño enemigo ya es hora de que la Cancillería y el Congreso maldigan a tan peligroso “piojo” güero… pinche gringo frijolero.