El Papa hizo estas declaraciones en la Sala Regia del Vaticano, donde recibió el Premio Carlomagno, entregado anualmente por la ciudad alemana de Aquisgrán a quienes más hayan contribuido a los ideales de la Europa de posguerra.
Sus comentarios apuntaron a un malestar en el corazón de la Unión Europea, que ha luchado con una larga y divisiva crisis de deuda y está en aprietos por absorber un vasto flujo de inmigrantes y refugiados, la mayoría de los cuales huyen de conflictos como la guerra civil en Siria.
Francisco calificó a Europa como «cansada, aunque todavía rica en energías y posibilidades» y dijo que estaba «cada vez más atrincherada, en lugar de privilegiar las acciones que promuevan nuevos dinamismos en la sociedad, dinamismos capaces de involucrar y poner en marcha todos los actores sociales (grupos y personas) en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales».
El líder religioso argentino, el primer Papa no europeo en mil 300 años, dijo que el deseo de la unidad europea «parece estar debilitándose» y que «aquellos que consideran poner cercos» estaban traicionando los sueños de los fundadores de una Europa moderna.
«Sueño una Europa que se hace cargo del niño, que como un hermano socorre al pobre y a los que vienen en busca de acogida porque ya no tienen nada y piden refugio (…) Sueño una Europa donde ser emigrante no sea un delito», agregó.
Fuente: Financiero