En Contexto

Mal humor no, señor Presidente, es ira social

Publicado por
José Cárdenas

Andares Políticos

Benjamín Torres Uballe

 

 

 

La Real Academia Española, en una de sus definiciones de la palabra ira, dice: “Sentimiento de indignación que causa enojo”. Y esto viene a colación por el comentario que me envió el miércoles —a propósito de mi columna titulada “Las inútiles y costosas campañas electorales”—  don José, un gentil lector y propietario —según me comparte— de un pequeño negocio en la Ciudad de México. Reproduzco textualmente el sucinto contenido de su correo electrónico:

“Estoy viviendo la ‘PEOR’ época de decisiones gubernamentales. Es una pena toda la clase política, ineptos, corruptos e incultos.  No sé dónde iremos a parar esta carrera de mal gobierno en general”. Desde luego que la expresión del señor José no advierte simplemente “mal humor social”. Va más allá. Denota el hartazgo de un ciudadano en contra del gobierno y quienes de una u otra forma detentan el poder en México. Considerarlo mal “humor social” es minimizar el asunto; el sentir social es más grave, raya en la “ira social”. Un peligroso y tóxico ingrediente.

Y le asiste toda la razón al lector cuando, a propósito de las frívolas y ociosas campañas electorales, nos enteramos de las pillerías y el comportamiento deleznable de los partidos políticos y sus candidatos que buscan alcanzar un puesto público. Sospechosas y exorbitantes fortunas, mansiones en el territorio nacional y el extranjero, así como tráfico de influencias, son algunas de las abominables conductas que han terminado con la férrea paciencia de los mexicanos.

Ahora, hablar de la corrupción es abordar el cáncer que está asfixiando al país. De lo que más genera animadversión hacia los políticos de todos los colores: tricolores, azules, amarillos, verdes, todos, incluso los que se asumen como salvadores de esta hermosa y explotada patria.

Para corroborar que el tema de las corruptelas políticas es una “molestia” generalizada, basta remitirse a los resultados de la tercera Encuesta  Nacional  de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2015, que dio a conocer este miércoles el INEGI. Ahí se confirma el sentir social al respecto: En el 2015, la corrupción, con 50.9%, ocupó el segundo lugar de los problemas que más preocupan a los mexicanos, sólo por debajo de la inseguridad y delincuencia —el otro infierno de la población— con 66.4%. Estos dos flagelos son motivo suficiente para no sonreír, ni para aplaudir.

Desde luego que la “ira social” no pasa únicamente por las trastadas políticas, se origina también por la falta de un estado de derecho real. Acerca de ello, bien pueden opinar los miles de ciudadanos afectados antier durante varias horas por el cierre de la autopista y la carretera federal México-Toluca, llevada a cabo por los maestros de la CNTE, quienes también desquiciaron a la Ciudad de México a pesar de que la Segob, un día antes, aseguró que habría “mano firme”.

Faltaría, incluso, saber si los habitantes de Tamaulipas, Veracruz, Guerrero, Morelos, Nuevo León o Estado de México están de acuerdo con el calificativo light de “mal humor social”, o de plano el terror que viven cotidianamente a causa de la violencia, secuestros, asesinatos, cobros de piso y bloqueos tiene el “mérito” suficiente para alcanzar el rango de “ira social”, lo cual, desde luego, no es cuestión de semántica, sino de realidades imposibles de ocultar, aunque se pretenda.

Tampoco escapan a la reflexión, para determinar los motivos del “mal humor social”, los altos niveles de desempleo que existen en el país, pues reconociendo que el gobierno peñista se afana en abatirlo, los puestos de trabajo que se generan son mal pagados y en muchos casos sin la elemental y necesaria seguridad social. Por ello es que tal vez la tasa de informalidad de la población económicamente activa (PEA) aún sigue siendo estrepitosamente alta a nivel de 57.4%, según cifra publicitada por el presidente Peña.

Otra de las fuentes que causan el deterioro en el humor social de los mexicanos definitivamente está en las instituciones del Estado. Vea nada más, según la referida encuesta del INEGI, el IMSS logró apenas un raquítico nivel de satisfacción del 38.8%. Eso no extraña, todo mundo sabe o ha padecido el pésimo servicio del Instituto, las patanerías de su personal y las interminables horas de espera para una consulta o meses en espera de una intervención quirúrgica.

Como puede observarse, México está muy lejos de ser la quimera que insiste en vender el discurso oficial. El problema es multifactorial, pero destacan, por sus ominosas causas y efectos, la corrupción y las consecuencias lesivas de un mal gobierno en todos sus niveles: Javier Duarte, Egidio Torre Cantú, Rafael Moreno Valle, Manuel Velasco Coello y Ricardo Monreal pudieran ser un ejemplo.

¿Será por eso que los mexicanos sacaron del país, en el primer trimestre del año, 10 mil 924 millones de dólares, según informe de Banxico?  Tiene razón don José: yo tampoco sé a dónde iremos a parar. ¿Usted, amigo lector, lo sabe?

@BTU15

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José Cárdenas

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