A continuación, repasamos las diferencias entre aire acondicionado y climatizador.
Climatizador
El climatizador nos deja seleccionar la temperatura exacta que queremos tener en el interior del coche, al mismo tiempo que permite llevar a cabo otras acciones como eliminar olores desagradables. Aunque el que tenga más o menos funciones depende del modelo elegido.
Está controlado por una unidad electrónica que, en función de algunos parámetros que recibe, como la velocidad, y la temperatura a la que tiene que funcionar, interviene eléctricamente sobre algunos actuadores cambiando su posición o funcionamiento. Es por esto que podemos escoger distintas temperaturas de forma simultánea en las diferentes salidas (para cada uno de los integrantes del vehículo).
Aire acondicionado
La diferencia principal es que no podemos escoger una temperatura exacta a la que mantener el interior del habitáculo. Lo que podemos hacer es regular el nivel de frío del aire que entra mezclándolo con el aire caliente, así como escoger la velocidad a la que funciona el ventilador.
El mayor inconveniente que tiene este sistema es que cuando llevamos mucho tiempo dentro del coche, el frío suele ser excesivo, y resulta mucho más complejo mantener una temperatura estable.
El uso del aire acondicionado se basa en gas. Un gas que produce el aire frío y que a su vez se mezcla con un aceite, que se encarga de lubricar el circuito de aire acondicionado. El problema es que normalmente, tras unos dos o tres años de uso, se suelen producir fugas por los retenes, obligándonos a carga de nuevo el aire acondicionado. Para un correcto mantenimiento, es necesario hacerlo funcionar cada 15 días durante todo el año, aunque solamente sea durante 5 minutos.
¿Cuál es la temperatura adecuada en el interior del vehículo?
Lo de no pasar calor en el coche no es solo cuestión de comodidad, tiene también mucho que ver con la seguridad.
Según la DGT, la temperatura interior del coche debe oscilar entre 22 y 24 grados. Por encima de esa temperatura puede aumentar la fatiga del conductor, su tiempo de reacción, los fallos y, lo que es peor, los accidentes.
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