La Ley de Moore, vigente desde la década de 1960, expresa que aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores en un microprocesador. Esto es lo que ha permitido disminuir el tamaño de los superordenadores que antes ocupaban habitaciones completas, hasta caber en la palma de la mano.
Pero nos estamos acercando al punto en el que esta ley quedará obsoleta por culpa de procesos tecnológicos que ya están en marcha, como el apilado 3D de microprocesadores que harán que el flujo de datos sea 1.000 veces más rápido que con los chips actuales.
Además ya están en marcha el desarrollo de otras técnicas como los chips neuromórficos, que imitan al cerebro humano y la computación cuántica que opera a nivel subatómico. El resultado será que no solo cambiarán el rendimiento de los chips, sino también de los dispositivos en general.
La energía solar fotovoltaica se está acercando aceleradamente a su punto de paridad de red, momento en el que una fuente de energía puede producir electricidad a un coste inferior o igual al precio del mercado mayorista. En las últimas tres décadas el precio de la energía solar ha bajado significativamente y seguirá cayendo, por lo que la paridad de red global se logrará alrededor del año 2020. Después de eso, la energía solar será más barata que los combustibles fósiles.
Aun así, el almacenamiento de energía sigue siendo un problema por su elevado precio, lo que impide a la energía solar ser competitiva. Sin embargo, en este caso las cosas también están cambiando rápidamente gracias a nuevas tecnologías en la producción de baterías, lo que reducirá drásticamente los precios de la energía fotovoltaica, volviéndola competitiva en los próximos 5 años.
El reciente lanzamiento del coche eléctrico Model 3 de Tesla Motors a un precio de 35.000 dólares ha sido un éxito total. Este precio es todavía relativamente caro, pero los automóviles eléctricos serán aún más baratos que los coches convencionales para el año 2022.
Además son cada vez más las compañías que están desarrollando vehículos autónomos, que si bien todavía parece ciencia ficción, a partir del 2020 el transporte llegará a un punto de inflexión y se transformará rápidamente.
En apenas diez años el mundo ha cambiado bastante. En 2006 pocos tenían teléfonos inteligentes y el internet móvil casi no existía. El precio del petróleo crecía y parecía que iba a superar los 200 dólares por barril.
Hoy en día, los dispositivos inteligentes no solo que están por todos lados, sino que ya son anticuados. Mientras que los precios del crudo han caído por debajo de los 50 dólares y estamos viendo una revolución energética impulsada por el petróleo de esquisto. Además podemos realizar búsquedas de voz, en lugar de utilizar un teclado y utilizar de forma rutinaria servicios de navegación.
Pero dentro de diez años, la transformación será mucho mayor que los que hemos visto en la última década. Las fuentes de energía renovable serán mucho más baratas y abundantes que los combustibles fósiles. Las nacientes tecnologías como la genómica, la nanotecnología y la robótica serán el comienzo de una nueva revolución industrial.
Fuente: Zócalo