Para llegar a ser un adulto mayor lo más sano posible, en buena medida, más allá de la carga genética que uno trae, la clave se encuentra en qué ha hecho uno a lo largo de su vida y qué hábitos nutricionales y patrones de actividad física ha tenido. Esto es crítico en la prevención de enfermedades cardiovasculares, por ejemplo.
Así se concluyó durante el simposio denominado «3º Foro Argentino para la Tercera Edad», que se realizó días atrás en Buenos Aires.
El cardiólogo Pablo Rodríguez, jefe de la Sección de Hipertensión Arterial del Sanatorio Dr. Julio Méndez, explicó que entre los factores de riesgo cardíaco, «el control de la presión arterial es sumamente importante a la hora de hablar de un envejecimiento saludable».
«En definitiva, la hipertensión arterial es un fenómeno de envejecimiento precoz de diversas estructuras, como las vasculares. Una presión controlada significa un ritmo de envejecimiento vascular lógico. Un mal manejo de esta condición aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares como infarto, ACV e insuficiencia cardíaca, que pueden ocasionar la muerte o producir una discapacidad en ocasiones irreversible, lo que atenta directamente contra una tercera edad saludable», dijo Rodríguez.
Por tal motivo, es fundamental que el adulto mayor acuda al médico con frecuencia para que éste chequee su estado general de salud, indique nuevos estudios y constate si el tratamiento que está recibiendo sigue siendo el más conveniente.
También es útil que la persona realice sistemáticamente un correcto registro de su presión arterial en casa, en las condiciones necesarias, con equipamiento adecuado y validado. El cardiólogo comentó en diálogo con NA que el hecho de que sea una enfermedad que no da síntomas «genera que la hipertensión arterial se diagnostique ocasionalmente en forma tardía».
«Cuanto más se demore su detección, más avanzará y habrá perjudicado a las estructuras típicamente afectadas, que son riñón, cerebro, corazón y arterias», indicó el especialista.
Un envejecimiento activo, la llegada a la tercera edad de la manera más saludable posible, tiene que ver con haber tomado buenas decisiones de salud durante toda la vida.
En ese sentido, Rodríguez señaló que, «sin lugar a dudas, una de ellas es haberse hecho un control frecuente de los factores de riesgo cardiovascular, adonde la presión arterial es uno de los más importantes».
La depresión en la tercera edad.
La depresión constituye la segunda causa de carga de enfermedad global a nivel mundial (la carga de enfermedad es un conjunto de estimaciones de morbilidad y mortalidad en las poblaciones, que permite cuantificar de forma comparativa la pérdida del estado de salud).
El adulto mayor puede estar más expuesto a enfermedades por una cierta disminución inmunitaria, a la pérdida de los vínculos significativos, a la falta de comunicación o al aislamiento.
Sufre además el paulatino deterioro de las funciones corporales y la incómoda presencia de síntomas dolorosos.
Los cuadros de depresión en el adulto mayor son multifactoriales, puede darse la reactualización de un cuadro preexistente o desencadenarse por una situación de vulnerabilidad, un factor precipitante como pérdidas, crisis de la mediana edad, jubilación, disminución del poder adquisitivo o migración de los hijos, entre muchos otros.
Fuente: Terra