Colaboración de Francisco Fonseca
Para mí es muy preocupante la deserción escolar, el abandono del alumno a su obligación primaria; el estudio y la preparación. No es difícil comprender esta situación. Lo que expreso es mi seguridad de implementar en exceso Cursos de Orientación Vocacional que son, finalmente, los que dan la pauta del sentir estudiantil. Escucho y veo todos los días lo referente a la Reforma Educativa. ¿Y la Vocación, qué?
La principal causa de la deserción escolar es la falta de una adecuada y justa orientación vocacional. Menciono adecuada y justa porque no debemos orientar grandes grupos de alumnos hacia disciplinas que ya se encuentran saturadas, lo cual sería, además de una pérdida de tiempo, una frustración más.
La educación se inicia en la familia, se incrementa en los jardines de niños, se establecen sus fundamentos en la primaria, se formaliza y se encauza en el bachillerato. Podría decirse que en el cuarto año de este último nivel que menciono, el estudiante empieza a pensar en el camino que han de tomar sus estudios, en este momento debemos intensificar nuestros esfuerzos para orientar a los alumnos hacia una preparación que sea de su agrado.
En la actualidad existen en México diversos tipos de bachillerato; algunos son de carácter técnico, en los que se encamina al estudiante hacia distintos rumbos según su predilección y su vocación. Todas las especialidades proporcionan una base cultural más amplia, aunque dentro de las mismas áreas, como preparación para los estudios del siguiente ciclo.
El sistema de orientación vocacional e integración social puede debilitar la formación de la sociedad por falta de coordinación o de adaptabilidad. Un exceso de personas preparadas para la administración pública o para el ejercicio de la ley, o con un adiestramiento especializado, favorece la aparición de una intelectualidad descontenta e inquieta en las sociedades en vías de desarrollo que carecen a la vez de suficientes científicos y técnicos. Un exceso de personas con una preparación por debajo de ciertos límites de cultura abre la posibilidad de que se constituya una gran masa de trabajadores no calificados, mismos que serán incapaces de asimilar la readaptación constante que la moderna economía exige.
Hoy, la unión íntima de educación y economía hace de la enseñanza una fábrica de talentos, llamémosla “una empresa de tratamiento masivo” que preparará la mano de obra de acuerdo con la demanda profesional y gubernamental.
Esta “empresa de tratamiento masivo” está organizada a escala grande y especializada. Uno de los resultados de ese tratamiento masivo es que las relaciones entre administradores, profesores y alumnos se hacen más tensas. El joven actual, idealista, preocupado con su identidad personal y con los problemas de justicia social en nuestra sociedad de masas, se siente un tanto decepcionado por una enseñanza dependiente, en mayor grado, del avance tecnológico.
Hacen falta verdaderos Planes de Orientación Vocacional. No es posible que sigan egresando del bachillerato jóvenes que desconocen los estudios a seguir porque se prepararon en un área diferente de la que marca su inclinación o preferencia.
Es necesario incluir en los programas universitarios cursos intensivos de orientación vocacional para que no haya estudiantes que desperdicien su tiempo y muchas veces su dinero en capacitarse erróneamente y en convertirse en lastre de una colectividad que lo que necesita son generadores y creadores de nuevas oportunidades.
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