Estoy en el DF por razones familiares, la visita con notarios y el cumpleaños 91 de mi madre. En estos días la contaminación atmosférica ha estado como nunca. Me ha impedido hacer ejercicio al aire libre. Además del olor a gasolina en cuanto bajo del avión, la picazón en la nariz y ojos, en esta ocasión he tenido dolor de cabeza y un cansancio crónico. ¿No dormiste bien?, me pregunta mi madre cada vez que me mira bostezar.
Cuando se trata de pagar externalidades, el daño que nuestra conducta causa en un bien que es de todos como el aire de la ciudad, entonces saltamos como tigres acorralados. No lo hacemos ante feminicidios, corrupción de los políticos al estilo de la Casa Blanca de la señora Peña Nieto; ante los miles de asesinados y desaparecidos por el estado y por la guerra contra y entre las mafias; por los abusos contra el medio ambiente (contaminar el aire que todos respiramos es uno de ellos), etc., etc.
Los Bots, (programas informáticos que imitan (y distorsionan) un comportamiento humano), falsas opiniones públicas que están en la red, distorsionan y le dan a la misma red una mala imagen en detrimento de sus virtudes: movilización social, denuncia, expresión de la indignación social; el cansancio, el hartazgo, de una situación social que aunque no siempre es activa, es parte de la escena política en nuestro país.
“Una persona de 90 años si es suficientemente sabía, no deja de ser el niño que fue a los 5 años, el adolescente de 16, el joven de 24 o la mujer madura de 40. Espero a los 90 poder tener una acumulación de edades, aunque mi primera sorpresa será seguir vivo. La vejez es una edad maravillosa respecto a la sabiduría, te da el beneficio incomparable de cruzar muchas edades”, expresa el escritor Juan Villoro en entrevista.
En concreto le preguntaron sobre el mini cuento Borges y yo (1960 en el Hacedor) del escritor argentino. Qué sucedería si él de 80 0 90 años se encontrara con un joven Villoro. Sigmund Freud sostiene que está relacionado con el miedo a morir.
También dice Villoro: La situación en nuestro país es tan desastrosa que te preguntas si vale la pena existir. Una de las peores crisis que puede tener un país no es solamente estar mal, sino la perder la expectativa de cambio. Tenemos una sociedad corrupta, impune, desigual, donde la mayoría de la gente vive en la pobreza, y al mismo tiempo, es difícil encontrar una ventana de esperanza en un partido político o una opción ya constituida (institucional). Estamos en una situación que me parece la de un enfermo en situación terminal. Aunque bueno, la esperanza es lo último que se pierde.
Sobre la situación de este país me dice: todos tocamos fondo y tenemos que salir adelante. Tengo confianza en Dios que igual sucederá con este país. Tocará fondo, porque ya mucha gente no está de acuerdo con la situación que tenemos.
Tenemos un país lleno de gente con hambre, analfabeta o mal instruida, pesimamente instruida. Ya no hay clase media, todos son pobres. No hay líderes. En alguna ocasión Gilberto Valenzuela le reclamó a Calles que hubiera matado a un diputado y Calles le dijo, ¡váyase licenciado de este país o lo mato a usted también!. Y mi padre le prestó dinero para que se fuera a Londres. Ya no hay políticos así de valientes y que se atrevan a enfrentar al status quo. Creo que el quitar del curricula la enseñanza de la ética tiene mucho que ver con esta situación.
En mi casa mi madre nos enseñó a ayudar. Enseñábamos a leer y a escribir al servicio. Así crecí, también ayudando a los necesitados. Eso ya no sucede. Existe mucho machismo en nuestra sociedad, se abusa de las mujeres y también de las personas en situación vulnerable.
Encontré un artículo del Centro de Estudios de Ciencias la Atmosfera, CECA de la UNAM que informa que el Nuevo Programa Hoy No Circula, PHNC no garantiza evitar contingencias atmosféricas.
El gobierno de la CdMex aplico la fase 1 de contingencia del PHNC por una alta concentración de contaminantes principalmente ozono.
El estudio del CECA dice que el ozono es un contaminante no emitido por fuente alguna sino que se produce en la atmósfera por la acción de los rayos solares sobre sustancias precursoras producidas por industrias que utilizan intensamente solventes, también por los vapores de las gasolinas (especialmente al servirse en las gasolineras el combustible).
La aplicación prolongada de este programa (seis meses) lo único que producirá será el aumento de la flota vehicular. Es una aspirina que no resuelve el problema de fondo. El gobierno de la CdMex pidió al gobierno federal cinco mil millones de pesos para renovar la fuente vehicular. La SHCP contestó que no hay dinero y que pidan prestado al Banco Interamericano de Desarrollo, BID.
Se necesita un sistema de transporte público integral que promueva la reducción de emisiones contaminantes y el ahorro de energía, propone el CECA de la UNAM, mejorar la calidad de combustibles y controlar a las industrias. Hacer que la normatividad existente se aplique.
Cuando afectas a terceros hay que pagar las externalidades. Así surgen los impuestos contra el tabaco, el alcohol, etc. Por el daño que producen en la salud pública que es oneroso para todos. Igual debería de suceder con el medio ambiente: agua, aire, suelo y recursos naturales.
Las externalidades ambientales no son mayores que otras de tipo económico pero tampoco lo son menos. Solamente son más difíciles de ser cuantificadas, dice un estudio de Gonzalo Delacámara de la Agencia Alemana para la Cooperación Técnica, GTZ publicado por la CEPAL en 2008. Se habla de ellas como externalidades intangibles.
“Curiosa expresión si lo que se pretende sugerir es que una infraestructura física para el transporte o una unidad de energía obtenida a partir de la combustión de carbón son bienes tangibles y el ingreso hospitalario de ancianos con problemas asmáticos asociados al aumento de la concentración de contaminantes o el ruido asociado a la congestión urbana no lo son”, escribe Delacámara catedrático de la Universidad de Alcalá en España.
Ya viene siendo hora de apechugar las consecuencias de nuestros actos, pagar las externalidades. Escuchamos durante más de 30 años que el destino nos iba a alcanzar y ahora que lo ha hecho seguimos negándolo. Comenzando por nuestras autoridades que pidén perdón y aplican aspirinas a un enfermo terminal, cuando llevan 30 años incentivando el transporte privado.