Se han levantado barricadas en la explanada del Congreso Nacional. Un importante partido de fútbol fue reprogramado, los centros comerciales podrían cerrar. Gigantescas pantallas exteriores transmitirán la votación de la Cámara de Diputados que podría colocar a la presidenta Dilma Rousseff a un paso del juicio político.
Luego de que varios partidos aliados dejaran la coalición de Rousseff, se espera que la oposición logre dos tercios de los 513 escaños de la Cámara baja para que el proceso llegue al Senado.
Si el proceso pasa a la Cámara alta, ésta debe votar sobre si enjuiciar a la presidenta brasileña por violar las leyes presupuestarias. Si se aprueba la moción -en una votación prevista para el 11 de mayo-, Rousseff sería suspendida automáticamente, reemplazada por el vicepresidente Michel Temer y llevada a un proceso que podría durar seis meses.
Antes de que comience la votación, habrá manifestaciones en las grandes ciudades y los pequeños pueblos en las que las fuerzas a favor de Rousseff se vestirán con el rojo del Partido de los Trabajadores y los activistas que quieren el juicio político lucirán el verde y amarillo de la bandera.
En el caso de Rousseff, la acusación que motiva el pedido de juicio político contra ella es que usó artimañas contables para ocultar el déficit de presupuesto, lo cual, dice ella, no es un delito que justifique el juicio político.
La presidenta niega haber cometido actos indebidos. Sin embargo, a los ojos de muchos brasileños, es culpable de algo mucho peor: estar al mando de una economía que se ha hundido en una recesión agobiante.
Fuente: El Financiero