El horario de verano es una situación que no afecta nuestra salud en forma alguna. Se han realizado diversos estudios científicos en diferentes países, incluido México con la intención de aclarar las dudas en torno a los efectos sobre la salud que esta medida ocasiona.
Los resultados han sido contundentes al descartar que se afecte la salud física o mental de las personas, de igual manera, no se ha reportado que el cambio de horario motive el surgimiento de trastornos de sueño o empeoramiento de éstos en personas que ya los padecen.
La explicación al respecto es que en nuestro organismo existe un mecanismo que se localiza en el hipotálamo, que de manera rápida nos ubica en el nuevo horario. Se trata de nuestro reloj biológico que regula los biorritmos entre los que destacan los ritmos circadianos (ritmos biológicos que ocurren cada 24 horas como el ciclo sueño-vigilia), este reloj interno forma parte de una estructura anatómica conocida como núcleo supraquiasmático, situado por encima del quiasma óptico, que es donde se cruzan los nervios de ambos ojos. Esta zona del cerebro regula diversas conductas, entre ellas, la adaptación a los cambios de horario, se activa cuando sentimos estos cambios y nos permite ajustarnos sin problema.
Esta función adaptativa es la misma que tenemos para ajustar nuestra fisiología y actividades después de que cada fin de semana nos dormimos más tarde. La mayoría de las personas suelen acostarse y levantarse tarde viernes y sábados, con lo que se desfasa su ritmo circadiano de una a tres horas, entonces el domingo intentan dormir temprano sin lograrlo debido a este desplazamiento en sus horarios, provocando con ello el malestar del domingo por la noche y la consecuente dificultad para levantarse el lunes, así como para regresar al horario de entre semana para trabajar o ir al colegio.
El lunes se torna un poco difícil para el desempeño diurno y puede haber muchos bostezos, fatiga, malestar, irritabilidad, somnolencia y mayor consumo de sustancias estimulantes de uso habitual como las bebidas con cafeína. El martes ya suele recuperarse el ritmo habitual, mismo que volverá a desajustarse el siguiente fin de semana, también volverá a reajustarse el siguiente martes. Este es un claro ejemplo de cómo unas horas en el cambio de nuestros ritmos no afectan más allá de lo mencionado y que en consecuencia estamos entrenados para adaptarnos a estos cambios, de tal manera que una hora de cambio en el horario de verano afecta mucho menos nuestra salud y nuestro desempeño diurno.
En conclusión, independientemente de los objetivos de la aplicación del horario de verano, debemos estar tranquilos, toda vez que nuestro organismo no sufrirá ningún cambio relevante en cuanto a su funcionamiento.
Fuente: Sealy.com