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El Adiós de Chente

Publicado por
Héctor García

Con muchas fallas en el sonido y trastabilleos a la hora de interpretar ciertos temas, pero con mucha entrega y corazón es como Vicente Fernández se despidió esta madrugada de los escenarios musicales, con una gran despedida en el Estadio Azteca.

Ante 80 mil personas, el «Charro de Huentitán» hizo un emotivo recorrido de casi cuatro horas por todos sus grandes éxitos y el cancionero casi completo del género ranchero y el regional mexicano.

Desde las 21:20 horas, el jalisciense se adueñó del escenario junto a un grupo de 53 músicos, divididos entre artistas de orquesta y dos mariachis, el Azteca y el Nuevo Tecalitlán, quienes al igual que él, fueron puliendo poco a poco conforme avanzaba la velada el sonido y su desempeño al micrófono.

Temas como «No Me Sé Rajar», «Que Te Vaya Bonito», «Me Voy a Quitar de En Medio» y «Cien Años», entre muchas otras, fueron los aperitivos de un festín musical que fue salpicado por videos con escenas de las películas y shows más emblemáticos de la carrera de Fernández.

«Muchísimas gracias queridos amigos. Yo siempre he creído que en este mundo habemos dos clases de gentes: los ricos muy pobres y los pobres muy ricos. Gracias a ustedes, un ignorante como yo ha logrado tener una buena vida, pero hay cosas que no se regalan ni se consiguen en todos lados, como el cariño que ustedes me tienen.

«Esa es la herencia que le quiero dejar a mis hijos, que el día que Dios me recoja, ellos me digan: tuvimos un padre que trabajo mucho para darnos lo que tenemos y que fue capaz de caer muerto en un escenario con tal de llevarse a la tumba lo que más adoraba en esta vida… su cariño, su respeto y sus aplausos», señaló «Chente» con voz entrecortada, mientras todos aplaudían.

Discursos como estos, intermitentes durante toda la velada, aumentaron la emoción y la euforia de la gente, quien lloró, cantó, bebió, se emocionó y se desgañitó la garganta junto a su ídolo.

Y pese a que se le olvidaron letras importantes como la de «Mujeres Divinas», «Estos Celos» y «Nos Estorbo la Ropa», la gente se entregó sin reparo a su «rey», quien con anécdotas, bromas, tragos de tequila, recuerdos y una mezcla de humildad y mucho carisma se echó a todos a la bolsa.

Con apenas hora y media de concierto, el celebrado de la noche invitó al escenario a su hijo, Alejandro Fernández, con quien cantó cinco temas con dificultad y más problemas de audio, pero que prendió a la gente con melodías como «Mátalas» y «Mi Querido Viejo».

«Me siento orgulloso de estar en este evento histórico. Gracias papá por este legado que le has dejado a los mexicanos.

«Te prometo y te lo juro que jamás voy a dejar morir la música mexicana, la llevaré en mi corazón y la seguiré llevando a todo el mundo donde se me sigan abriendo las puertas, así como tu me lo encargaste», aseguró Alejandro, tras darle un beso a su padre, regalarle su moño rojo y despedirse de escena, entre gritos eufóricos de de miles de mujeres.

La nostalgia fue el ingrediente principal de la velada, sobre todo cuando «Chente» mejoró su voz y el sonido se aclaró en demasía hacia la segunda parte del espectáculo, justo cuando el cantante se cambió el traje de charro negro por uno color rosa claro.

A sus 76 años y luego de ofrecer alrededor de 2 mil 500 conciertos a lo largo de casi cinco décadas de carrera, Fernández también se notó cansado en varios momentos, como cuando decidió sentarse en una silla y recargar su brazo en una mesa.

Ahí le dedicó palabras a las mujeres, habló de su carrera como actor y cantó una docena más de temas, además de agradecer en varias ocasiones a Emilio Azcárraga, director de Televisa y el Estadio Azteca, por dejarlo presentarse en el inmueble (palabras que causaron enojo en cientos de fans, quienes lanzaron rechiflas y mentadas de madre al respecto).

Canciones de Juan Gabriel, Martín Urieta y Joan Sebastian, entre varios autores, levantaron de sus asientos casi todo el tiempo a la gente, quien para la 00:30 horas ya se había terminado la ración de cerveza que estaba a la venta en el inmueble y mostraba feliz sus sonrisas dibujadas con embriaguez y emoción.

Tras un contratiempo con su pantalón, el cual se le rompió y lo tuvieron que ajustar (sin éxito), Vicente abandonó el escenario por 10 minutos, pero al volver, con las energías a tope, se desvivió para la recta final del espectáculo, donde hasta le dedicó algunas palabras a Donald Trump.

«Hay un candidato a la Presidencia en EU que está diciendo muchas cosas feas sobre los mexicanos. El día que me lo encuentre le voy a escupir la cara, le voy a mentar su madre y le voy a decir lo que nunca le han dicho en su méndiga vida», señaló.

«Por tu Maldito Amor», «Mi Vejez», «Cruz de Olvido», No Me Hagas Menos» y «Ella», entre otras veintena de canciones, se convirtió en el soundtrack de despedida de «Un Azteca en el Azteca», una velada emotiva que se quedará grabada en el imaginario colectivo.

«Con nada les pago todo lo que me han dado, no económicamente, sino en cuestión de afecto. No hay forma… Me iré a la tumba sin saber cómo pagarles, más que seguir cantando mientras ustedes sigan aplaudiendo», señaló «Chente» entre lágrimas.

Hacia los últimos minutos y en video, artistas como Thalia, Maluma, Bobby Pulido, David Bisbal, La Banda El Recodo, Edith Márquez, Placido Domingo, Marco Antonio Solís, Río Roma y Alejandro Fernández, entre otros artistas, le cantaron «El Rey».

«Usted no se puede ir nunca, usted siempre será el Rey», le dijo «El Buki» al final del clip.

Acto seguido, el cantante, ya con otro traje negro debido a que el rosa no tuvo compostura, regaló su propia versión de «El Rey», con la cual todos sus fans se pusieron de pie y disfrutaron de varias explosiones de papelitos de colores.

«A Mi Manera», «Volver, Volver» y «México Lindo» fueron los tres temas con los que se despidió, envuelto en una bandera tricolor y con el alma en la mano, la emoción a flor de piel y una ovación de pie que duró cerca de cinco minutos.

El final de la velada llegó a la 1:05 de la madrugada, yendo en contra del famoso dicho de «Chente», pues aunque la gente siguió aplaudiendo y solicitando que su ídolo regresara al escenario, las luces se prendieron y la música ambiental comenzó a sonar, dando a entender que hasta los grandes, en cierto momento, también deben descansar y decir adiós.

Fuente: Reforma

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Héctor García