La mandataria, que no se considera «débil» en absoluto, cree que el proceso de impeachment abierto por el Congreso busca «romper el orden democrático» sin base legal. Rousseff insinúa que el proceso es una venganza del líder de la cámara, Eduardo Cunha (PMDB): «Si no votábamos en contra de una investigación contra él [por presunta corrupción], ponía en marcha el proceso», recuerda. En consecuencia, rechaza la posibilidad de dimitir. «Piden que renuncie para evitarse el mal trago de tener que echar de forma ilegal a una presidenta elegida», afirma.
Para reforzar su posición pidió a Lula que se uniera a su equipo, una oferta que ya había realizado en el pasado pero que el líder sindical había rechazado, hasta que «ahora él ha querido sumarse al ver que la crisis era más fuerte». En la entrevista, Rousseff rechaza la opinión del Tribunal Supremo brasileño de que el nombramiento de Lula como jefe de Gabinete buscaba blindarle ante la justicia. «Qué protección más extraña, porque puede ser investigado por los magistrados del Supremo Tribunal», que «no son mejores ni peores que un juez de primera instancia».
La presidenta reconoce que el país necesita una reforma política, porque no es normal que «hagan falta 12, 13 o 14 partidos para sostener un Gobierno», y ofrece un pacto al resto del Congreso, pero recuerda que «no se van a hacer las reformas con manifestaciones en Sao Paulo», y rechaza que Brasil sea un país explosivo. «No sé lo que va a pasar, pero confío en el espíritu pacífico del pueblo brasileño», concluye.
Fuente: EconomíaHoy