“Se pueden ver desgarradoras imágenes a lo largo de kilómetros”, dijo Mike Conner, quien ha estado pescando en el área desde la década de 1970. “A lo largo de la costa es la misma historia y podría ser peor en lugar de mejorar”.
Sin embargo, la devastación no es simplemente lo que se ve en la superficie; eso es algo más profundo.
El Niño ha empapado a Florida recientemente, incluso durante su habitual “época seca”.
En enero, partes de Florida central recibieron el triple de la cantidad de lluvia que normalmente reciben durante ese mes. Al final, toda esa agua pluvial logró abrirse paso hacia los estuarios a través de los vecindarios, recogiendo fertilizantes y otros contaminantes a lo largo del camino.
Las temperaturas fueron más cálidas que lo normal durante el invierno, dando lugar a la floración de algas tóxicas y una marea marrón que redujo el oxígeno del agua.
Ed Garland, portavoz del Distrito de Administración del Agua del Río St. John, dijo que las autoridades aún no pueden determinar el efecto de la marea marrón en la pradera marina ya que el agua está demasiado turbia. En el 2011, al parecer más de la mitad de la pradera marina murió y aún hay áreas dañadas derivadas de esa mortandad.
Sin duda estas escenas son discordantes a la vista —por no hablar de la nariz— pero las autoridades ambientales estatales dijeron que eso ya ha ocurrido antes.
Sin embargo, Richmond admitió: “Hemos experimentado marea marrón antes, pero no en esta medida”.
El impacto se extiende más allá de las orillas de la laguna Indian River —la cual está conformada por las lagunas Mosquito, Banana River e Indian River— y afecta los bolsillos de los residentes de Florida, especialmente a las dos industrias más rentables del estado: el turismo y la pesca.
Fuente: Mundo Agropecuario