Todos conocemos a Fox. A mí no me escandaliza su ignorancia; en la política hay muchos de esa catadura. Da pena que vaya por la vida traicionando gente…
Congruencia y discreción están entre las normas de conducta ineludibles para un expresidente. Está claro que ni la una ni la otra le van a Vicente Fox. Con todo y la animadversión que genera Donald Trump, hay formas, sobre todo si tu voz es escuchada, y Fox tiró por la borda una gran oportunidad. Esta semana, en una entrevista en Radio Fórmula, reconoció que votó y trabajó a favor de la candidatura del presidente Enrique Peña Nieto y ya dejó entrever que para el 18 de nuevo irá por el PRI.
La bandera y el principal mérito que se le reconoce a Vicente Fox fue sacar al Partido Revolucionario Institucional de Los Pinos. Seis años después se arrepintió, le dio la espalda a Josefina Vázquez Mota, a quien públicamente le prometió apoyo; cuando vio la ventaja irreversible de Peña Nieto, cambió de candidato y de opinión.
Para un político y más para un expresidente resulta demasiado barato traicionar convicciones y seguidores al amparo del discurso patriotero de lo mejor para el país. ¿Se imaginan a José María Aznar apoyando a Pablo Iglesias o a Felipe González respaldando a Mariano Rajoy? Ambos expresidentes de España han mostrado diferencias y desacuerdos con los abanderados de sus partidos, pero siguen leales al PP y al PSOE.
Seguramente si Trump gana la candidatura republicana, los dos Bush irán del silencio a la simpatía del candidato de su partido, aun cuando Jeb se quedó en el camino.
Felipe Calderón, a diferencia del guanajuatense, ha sido sumamente crítico, inclusive se ha mostrado dispuesto a crear un nuevo partido. Calderón ha estado en el partido dando la cara y proponiendo. Mantiene congruencia y discreción. En ese camino ha estado Ernesto Zedillo; a pesar de que en el PRI tiene sus malquerientes, no ha traicionado a la institución que lo encumbró. Con mucho, es uno de los mejores expresidentes.
Vicente Fox fue diputado federal, gobernador y presidente bajo las siglas del partido blanquiazul. Lo que fue en la política se lo debe a ese partido que lo postuló por encima de fuertes resistencias de importantes figuras como Carlos Castillo Peraza, quien desde entonces advirtió la falta de consistencia política e ideológica de Fox.
En lo personal, estoy convencido de que Fox fue un buen presidente, que su gobierno logró la estabilidad sexenal que con el partido tricolor no se alcanzó entre 1970 y el 2000, el país no se desbarrancó como pronosticaban muchos, pero como expresidente ha resultado lamentable.
Bandazos de esta naturaleza son dañinos en la política porque los modelos de liderazgo prevalecientes dejan mucho que desear, más cuando vienen de un expresidente de la República que va por el mundo con la representación de una parte de la historia de México.
Todos conocemos a Vicente Fox. A mí no me escandaliza su ignorancia, ni la de antes ni la de ahora; en la política hay muchos de esa catadura. Da pena que vaya por la vida traicionando gente y partido. En el Partido Acción Nacional se ha mantenido la prudencia y no lo han expulsado, cosa que tampoco le importa, porque en su caso, como diría Groucho Marx: ésos son mis principios; si no le gustan, tengo otros.