Colombia, como muchos otros países del mundo, naufraga en llantas usadas. Cada año se desechan en el país alrededor de 20 a 30 millones. Sólo en Bogotá se generan alrededor de 4 millones. Algunas se acumulan en bodegas, patios y veredas, convirtiéndose en casas de roedores e insectos y focos de contaminación. Otras son quemadas a cielo abierto, afectando la calidad del aire. La mayoría simplemente será basura que permanecerá por cientos de años, pues el caucho es un material no biodegradable.
Nadie sabe muy bien qué hacer con este voluminoso problema ambiental. En Bogotá, la Secretaría Distrital de Ambiente creó un programa de posconsumo que obliga a las empresas que comercializan llantas a recolectar y gestionar el manejo de las llantas usadas. Un ejemplo que siguió el Ministerio de Medio Ambiente, que desde el año pasado propuso incentivos para las empresas cementeras que incluyeran residuos de llantas en la producción de asfalto.
Juan Carlos Moreno Piraján, profesor en la Universidad de los Andes y director del grupo de investigación en Sólidos Porosos y Calorimetría, cree que esas iniciativas desafortunadamente no solucionan el enorme problema, porque “la norma poco se cumple, a diferencia de Estados Unidos y Europa, donde existe la industria del tratamiento de estos residuos”.
Además, dice, “las llantas en Colombia no son bien reutilizadas, ya que se generan soluciones parciales”. Una típica solución falsa es tomar las llantas y construir el inmobiliario de un parque. Una forma perfecta de aplazar el problema, pues tarde o temprano tendrá que hacerse algo con la llanta.
Moreno y su grupo de investigación tienen una buena idea que hasta ahora ha sido olvidada en las iniciativas y la reglamentación colombianas. “Nosotros tomamos la llanta, la sometemos a unos procesos de los cuales se obtienen tres cosas. La primera: recuperar el acero. La segunda: generar destilados, porque no se bota nada al aire. De estos logramos producir un combustible y lo que queda, tratado de manera adecuada, es lo que llamamos carbón activado. Ese es el proceso correcto para aprovechar una llanta en desuso”, señala el profesor Moreno.
La propuesta de generar carbón activado es una de las más interesantes y olvidadas en el país. El carbón activado, también conocido como purificante o adsorbente universal, se parece mucho a una piedra pómez. Al ser un material poroso resulta útil para absorber contaminantes orgánicos e inorgánicos de los ríos y purificar el agua. Actualmente es utilizado para descontaminar sistemas gaseosos y líquidos, solventes y aceites, entre otros.
Hasta ahora, luego de varios años de investigación, el grupo de Moreno ha logrado obtener cinco tipos de carbón activado a partir de residuos de neumáticos (dado que tienen un alto contenido de carbono), todos a un costo relativamente bajo. En pruebas de laboratorio han resultado útiles para tratar aguas contaminadas con diferentes metales, como plomo, mercurio, zinc y cromo, que se encuentran en algunos de nuestros ríos.
En Colombia existen pequeñas industrias dedicadas a la fabricación de carbón activado. Sin embargo, el país es un gran importador de este material. El profesor Moreno cree que el adecuado proceso de llantas usadas no sólo tendría beneficios para el medioambiente sino que podría convertirse en una alternativa económica para algunos empresarios. Por eso cree útil hacer una alianza entre diferentes entidades del Estado, la academia y la industria para profundizar la investigación en esta área.
“El carbón activado se convierte en una solución completa para mitigar los problemas de la contaminación, de una manera amigable con el medioambiente. Es cuestión de organizarse e invertir en alternativas ideales para el planeta en tiempos difíciles”, comenta Moreno.
Fuente: El Espectador