«Vivimos una época de quebranto, pero no dejamos de imaginar mundos posibles. El arte no cierra los ojos ante los agravios pero también demuestra que incluso en el horror hay algo que no es horror. Preservar la ironía, la sensualidad y la experiencia lúdica son tareas de resistencia», dijo Villoro al recibir el galardón.
Con una prolífica carrera en que abarca la crónica, el ensayo, el cuento, la novela y la literatura infantil, el escritor (Ciudad de México, 1956) habló ayer de la necesidad de la literatura y citó al poeta y ensayista José Emilio Pacheco, fallecido en 2014, quien definía México como una nación asediada por la pobreza y la corrupción.
«En un país donde el presidente de la República ignora la legalidad y un procurador (fiscal) llama verdad histórica a una hipótesis indemostrable (en referencia al caso los 43 estudiantes de Ayotzinapa) la literatura tiene un valor político que no ha pedido pero no puede dejar de ejercer», remarcó.
Dijo que en México, con cerca de 27.000 desaparecidos en la última década y decenas de miles de homicidios, se aprende geografía «a través de la tragedia».
Vivimos una época de quebranto, pero no dejamos de imaginar mundos posibles. El arte no cierra los ojos ante los agravios… (muestra que) en el horror hay algo que no es horror».
Ante ello, el arma de la literatura, del escrito, hace «el recuento de daños» con historias que pueden ser tristes pero también «producen placer estético».
En un emotivo discurso, el ganador del Premio Herralde 2004 por su novela «El Testigo» señaló a los anteriores ganadores del galardón, Pachecho, Elena Poniatowska y Fernando del Paso, como sus influencias y afirmó recibir el premio estando «aún a prueba», por lo que lo asume «como un certificado» para trabajar y merecerlo.
Fuente: Hoy