Pero Ángela Ruiz Robles es mucho más. Inmerecidamente olvidada, esta leonesa de nacimiento pero gallega de adopción es, sin lugar a dudas, el mejor ejemplo que se nos pueda ocurrir de alguien que dedicó su vida a usar la tecnología para cambiar la educación y con ella cambiar su país.
La enciclopedia mecánica es el tipo de gadget que habría arrasado en la (hipotética) Xataka de los años 50. Preocupada por la cantidad de peso que los niños llevaban a la escuela, Ruiz Robles creó un dispositivo al que se podían añadir lecciones mediante bobinas de papel e incluso incorporaba, en la parte de atrás, un dispositivo con el que se podían realizar operaciones y otras cosas.
La enciclopedia mecánica no era estrictamente hablando una enciclopedia al uso. En aquella época en España, los libros escolares solían tener ese nombre, como la famosa ‘Enciclopedia Álvarez’ que acompañó a más de 8 millones de niños en las escuelas del franquismo. Estamos, en realidad, ante el primer libro mecánico usable (en este caso para uso escolar). Es decir, 20 años antes de Michael Stern Hart inventara el libro electrónico en 1971, en Ferrol había un proyecto que emocionaría a Negroponte.
La figura de Ángela Ruiz Robles va más allá de inventar un gadget más o menos curioso: «para escribir, tenemos máquina; para ver, televisor; para hablar, teléfonos y tantos otros ingenios que el hombre ha hecho. Los estudios reclaman esta corriente mecánica para que los lleve paralelos con el ritmo acelerado de la evolución técnica universal». Doña Angelita, como la llamaban sus alumnos, es un ejemplo de todos aquellos que estamos, para bien o para mal, apasionados por la tecnología.
Fuente: Xataka