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El nexo entre París y Bruselas

Publicado por
Aletia Molina

Los atentados de París y Bruselas aparecen cada vez más entrelazados. La identificación el viernes del tercer suicida de la capital belga, que también había dejado su impronta en los explosivos de París, estrecha el círculo entre los dos ataques.

Otros detalles, entre los que figuran varios apartamentos alquilados por los atacantes de Bruselas que habían servido de guarida para los terroristas de Francia, afianzan el vínculo. Algunos investigadores hablan ya de una misma célula responsable de ambas matanzas.

Los poco más de 300 kilómetros que recorrió Salah Abdeslam, el único terrorista vivo de los atentados de París, desde la capital francesa hasta Bruselas la noche del 13 de noviembre reflejan bien el nexo terrorista que une a las dos capitales. Sin fronteras entre ambos territorios y con elementos culturales comunes, entre ellos la lengua, los terroristas han podido actuar en los dos países con solo cuatro meses de diferencia.

Más allá de los indicios que los conectan, la identificación del supuesto artificiero de las bombas de París, Najim Laachraoui, como el segundo suicida del aeropuerto de Bruselas, acerca enormemente ambos episodios. La fiscalía confirmó el pasado viernes que su ADN se había encontrado en un cinturón explosivo y en un trozo de pañuelo encontrados en la sala de conciertos Bataclan, así como en un artefacto explosivo del Estadio de Francia, otro de los escenarios del 13-N.

El terrorista, belga de 24 años, también dejó huella en dos de las guaridas utilizadas para la trama de París. Laachraoui alquiló, bajo una identidad falsa, una casa en la localidad belga de Auvelais donde se reunieron los miembros de la trama francesa. Y dejó su ADN en otro apartamento del distrito bruselense de Schaerbeek —su barrio natal— donde se encontraron explosivos vinculados a París.

Más allá de esos datos confirmados por la fiscalía, investigadores citados por la prensa refuerzan los lazos. Laachraoui, electromecánico de formación, fue la persona que dio a los atacantes de París la última orden telefónica antes de comenzar. Actuó, además, con Mohamed Belkaid, un argelino abatido por las policías belga y francesa en una operación conjunta realizada pocos días antes de la captura de Abdeslam, que se sospecha precipitó lo ocurrido en Bruselas.

Un investigador del caso citado por el diario La Libre Belgique asegura que se trata de una sola célula. Y revela su convicción de que ahora este grupo está neutralizado. “Han terminado el trabajo. Era su destino final”, señala, aunque admite que quedan personas por detener. Pese a ser el más firme, el supuesto responsable de los explosivos usados en los episodios de París no es el único puente que une esa noche de noviembre con la mañana del 22 de marzo en Bruselas.

El tercer suicida de los atentados belgas —Jalid el Bakraoui, que se hizo estallar en el metro— alquiló el apartamento de Charleroi por el que pasaron Abdeslam, su hermano Ibrahim y otro cómplice de los ataques de París la víspera del 13-N, cuando viajaban en coche desde Molenbeek. Ese tercer ocupante del vehículo, Mohamed Abrini, ofrece otra pista inquietante que conecta los dos episodios. Aunque se desplazó a París para la matanza, este belga desapareció pocas horas antes y desde entonces está en búsqueda y captura. Forma parte del temido colectivo de los retornados de Siria, en general muy radicalizados, y se especuló con que pudiera ser el personaje huido de los atentados del aeropuerto.

El kamikaze del metro alquiló a su nombre un segundo apartamento: el del distrito bruselense de Forest donde murió, por disparos policiales, el argelino Belkaid, que se sospecha participó en la coordinación de París.

Francia y Bélgica tienen por delante la enorme tarea de resolver toda esta maraña. Desde que la fiscalía belga abrió una rama propia de la investigación por el 13-N, hay agentes franceses que trabajan en territorio belga para garantizar la coordinación. El reto será compartir toda la información en vista de que el terrorismo actúa al margen de las fronteras entre ambos vecinos.

Fuente: El País

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Aletia Molina

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