El serbio Novak Djokovic logró el pase a la final de Indian Wells, primer Masters 1000 de la temporada, tras superar al español Rafael Nadal, en su versión más convincente en meses, por 7-6(5) y 6-2 en una hora y 59 minutos.
Su rival en la final será el canadiense Milos Raonic, que hoy doblegó al belga David Goffin por 6-3, 3-6 y 6-3.
La buena noticia para el manacorense es que Rafael lleva camino de reencontrarse con Nadal. Lo ha dejado bien claro en el desierto californiano. Pero aún le queda un trecho.
El tres veces campeón en Indian Wells lo hizo todo bien en el primer set, excepto ganarlo. Cuestión de rodaje y de sumar más millas en la puesta a punto de su físico.
Ante unos 15.000 espectadores, el de Belgrado no arrancó con las mejores sensaciones. Impreciso en el resto, cometiendo demasiados errores no forzados y hasta dos dobles faltas muy tempranas. Eran indicios que apuntaban a cierta incomodidad del serbio, que empezó 0-2 por detrás en el marcador.
Tratando de enmendar la situación, Djokovic recogió la gorra de su silla para contrarrestar los rayos de sol. No era de extrañar, ya que los 33 grados sobre el cemento de la pista central de Indian Wells se hacían notar.
Aquello fue mano de santo, ya que con su potente saque por bandera igualó la contienda (2-2).
El mallorquín, mientras tanto, rendía a gran nivel. Bien colocado y con confianza en sus golpes desde la línea de fondo, su concentración le llevó a apuntarse un interminable séptimo juego (3-4) en pleno intercambio de golpes fastuosos por parte de uno y otro.
Djokovic, en pleno festival de estratosféricas dejadas por su parte, incluso aplaudió a su contrincante ante los certeros y arriesgados raquetazos que exhibía.
La igualdad, así, se mantuvo hasta la muerte súbita -la primera que disputan ambos jugadores desde Montreal 2013- a pesar de que el balear dispuso de una bola de set en el décimo juego con 4-5 en el marcador.
En los instantes decisivos, sin embargo, Nadal falló bolas fáciles que le pasaron factura. Eso, sumado al hecho de que la seguridad de Djokovic en su servicio y su mayor soltura a la hora de restar fueron en aumento, resultaron clave para que el número uno del mundo se apuntara la primera manga.
Nadal, no obstante, no iba a renunciar a seguir luchando y así lo manifestó, primero, al negarle a su contrincante una bola de rotura con 1-0 en el segundo set y, segundo, reclamando el cuarto juego tras una lucha infatigable.
Pero tanto fue el cántaro a la fuente que al final se rompe, y así sucedió en el sexto juego, con 4-2 para un Djokovic más sólido, constante y repleto de golpes dignos del mejor prestidigitador.
Fuente: Crónica