La historia se escribió el 2 de marzo de 2006, en la calle Monte Casino 2909. Ese día, Diego allanó la residencia de su expareja Érika Peña Coss con un pasamontañas, supuestamente para cometer un asalto.
Sin embargo, la historia dio un giro inesperado y que marcaría a la ciudad entera.
Tras matar a los menores y herir a su expareja sentimental, Diego también secuestró a la empleada doméstica, a quien la encerró en la cajuela de un automóvil, en el que huyó.
Al mediodía, las autoridades entraron a la vivienda, descubriendo así el asesinato de los niños. Horas de transmisión por televisión y radio dedicaron los medios regiomontanos al suceso, cada vez más dramático, cada vez más misterioso.
Érika fue trasladada de emergencia al Hospital Universitario, presentaba varias heridas que le dificultarían el habla.
Cuatro días después, Diego y su hermano fueron aprehendidos en Oaxaca, mientras viajaban en autobús por carretera, con la intención de establecerse en Guatemala.
Los hermanos Santoy Riveroll fueron trasladados en avioneta a Monterrey, donde Diego se declaró culpable.
A mitad de mes, el 15 de marzo, Érika fue dada de alta, y confesó que su expareja había privado de la vida a sus hermanos, luego de terminar la relación sentimental.
El 16, la abogada Raquenel Villanueva, famosa por ser la defensora de capos de la delincuencia organizada, tomó el caso.
La historia cambió cuando Diego cambió su primera versión, e inculpó a Érika en el homicidio de sus dos hermanos.
En enero de 2007, ya habían pasado 10 meses; Érika y Diego volvieron a verse las caras, pero ahora en un juzgado donde se llevaba el proceso penal. Los señalamientos hacia la joven fueron insistentes con relación a su responsabilidad, pero no fueron contundentes.
Dos años después, la abogada Raquenel Villanueva fue asesinada en el Centro de Monterrey, siendo el caso tomado por el abogado Adolfo Vega. La situación nunca más favorecería a Santoy.
En 2010, Diego recibió una condena de 138 años de prisión por los delitos de homicidio de cada niño, así como homicidio en grado de tentativa, secuestro y robo de vehículo; sin embargo, el Código Penal de Nuevo León indica que el asesino sólo podrá pasar 40 años en prisión.
A la fecha, Diego se encuentra en el Penal de Cadereyta; Érika desapareció de los reflectores, de Monterrey mismo, y rehizo su vida al casarse en 2014.
Son 10 años del doble homicidio, en el que cientos lo consideran inocente, en el que otros creen en que Érika tuvo relación directa en los hechos y en los que la justicia mantiene la sentencia de 138 años de prisión para Santoy Riveroll, el mítico “asesino de Cumbres”.
Ronda la muerte
El 25 de febrero de este año, el nombre de Cumbres volvió a teñirse de sangre. Ahora en su sector San Agustín, donde César Alejandro de León Delgado, de 19 años, propinó un disparo en la cabeza a su exnovia, de 14 años.
Al igual que Santoy, el responsable huyó, pero el martes fue localizado en Laredo, Texas. En Nuevo León, la autoridad ya presentó 50 pruebas en su contra.
Cerca de Cumbres se encuentra San Bernabé, hogar del Penal del Topo Chico, donde el mes pasado se presentó la masacre más grande en la historia penitenciara de México.
De primera instancia aceptó su culpabilidad, indicando que solo él había perpetrado el atroz crimen; su defensa la tomó la controversial abogada Raquenel Villanueva, asesinada en agosto de 2009.
Cuando comenzó su defensa, el caso tomó un giro de 180 grados, Diego declaraba que no lo hizo solo, que Érika Peña era su cómplice y que todo lo había planeado ella, obligándolo por un pacto de amor.
La ausente
Tere Coss era conductora de televisión de la sección de horóscopos de un programa matutino, que al momento en que le quitaron la vida a sus pequeños hijos, se encontraba fuera de la ciudad.
Único culpable
El padre de Diego, José Santoy, responsabilizó a la Procuraduría estatal de no mantener la escena del crimen intacta, y de haberla “manchado” con la limpieza de la casa; para el subprocurador de Justicia en turno, Aldo Fasci, las pruebas eran contundentes.
Fuente: Zócalo de Saltillo