Cruces, rosarios, escapularios y túnicas medievales forman parte de la impronta religiosa de Los Caballeros Templarios, un cártel de la droga mexicano que creó una ‘narcohermandad’ mezclando ideas bíblicas con asesinatos a sangre fría.
Los “templarios”, que surgieron en Michoacán, una de las regiones que visitará el papa Francisco, tomaron su nombre y símbolos de una orden militar cristiana de la Edad Media. No son los únicos en el mundo delictivo mexicano que se nutren de lo religioso.
Secuestradores y ladrones le rezan a un esqueleto con túnica llamado la ”Santa Muerte”, como también lo hacen policías, niños y madres que quieren alejar a sus hijos de las pandillas. Otros recurren al “santo” de los bandidos, Jesús Malverde, o veneran a “San Nazario”, fundador del cartel La Familia Michoacana.
La Iglesia católica, que sufrió varios asesinatos de sacerdotes por parte del crimen organizado, tampoco ha sido ajena a la mezcla de narcotráfico y misticismo.
Una placa en letras doradas identificó en 2009 a Heriberto Lazcano Lazcano como quien había donado el centro de evangelización de una iglesia en un barrio marginal de la ciudad de Pachuca. Lazcano, ahora muerto, fue el sanguinario líder del cártel de Los Zetas. Su madre vivía en esa comunidad.
“Cuando el gobierno falla, y también la religión falla, la gente se siente abandonada”, dijo a dpa el escritor Homero Aridjis, autor de la novela La Santa Muerte. “El culto a la Santa Muerte ha aumentado casi a la par de la violencia de corte criminal que está viviendo el país”.
Para Aridjis, “la Iglesia se está quedado rezagada”. “Se han quedado en un pasado que no ha accedido a la problemática actual de la gente. Entonces surgen movimientos de criminalidad mesiánica como La Familia, Los Caballeros Templarios, el modelo de los narcos como figura a seguir”.
Narcotraficantes famosos como el Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del Cartel de Sinaloa, o Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”, ambos detenidos, pusieron sus designios más de una vez en manos de dios.
“Le pedí a dios y salió perfecto todo”, dijo Guzmán sobre su fuga por un túnel desde una cárcel de máxima seguridad antes de su recaptura en enero, en una entrevista grabada a pedido del actor Sean Penn.
El especialista en filosofía de la religión Mario Alberto Cortés Rodríguez, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, dijo a dpa que el fenómeno de la narco-religión es resultado de una necesidad humana de lo religioso aunada al ascenso “mesiánico” de líderes delictivos.
“Cuando la necesidad de pertenencia de los creyentes, de estar a salvo y visualizar mejores condiciones de vida es ofrecida por otro tipo de grupos, aunque se trate de estructuras del narcotráfico, mucha gente sucumbirá”, consideró.
Nazario Moreno, alias “El más loco” o “El Chayo”, muerto en 2014 en un operativo federal, adoctrinaba con consignas religiosas a los miembros del cartel de La Familia Michoacana, que después se transformaría en Los Caballeros Templarios.
Los “templarios”, un grupo dedicado al tráfico de drogas y de minerales, el secuestro y la extorsión, son identificados en el estribillo de su himno como “soldados a la orden del templo en busca del bien social”.
En su libro Tierra sin Dios, Jesús Lemus Barajas, periodista michoacano, afirma que “El Chayo” en sus mocedades decía tener poderes mentales como el súperheroe “Kalimán” y que se ganó el apodo de “El Doctor” porque presumía dones para sanar como Jesucristo.
“Hay una especie de confusión de valores”, dice Aridjis. “Mucha de la cultura popular mexicana es amoral. Celebra a los narcos, les canta, les gusta que desafían a la policía, al sistema”.
“México es un país eminentemente religioso”, agregó. “Tiene una religiosidad desde los aztecas, que tenían esos dioses sanguinarios”, pero “ha habido una transformación espiritual del mexicano en los últimos años muy grave, muy problemática”.
“Por eso la visita de este papa, que es muy reformista, que tiene un discurso ecológico, un discurso social, puede ser muy problemática o puede ser muy útil: problemática para el gobierno, sacudirlo en su modus operandi de abuso y corrupción”, pero también mostrar valores espirituales y “abrir una puerta, una ventana, al mexicano actual”.
Fuente: Sin Embargo.mx