La visita papal transitó por dos Méxicos, el siempre fiel y el siempre cruel, injusto, violento, contradictorio… y lleno de temor.
El Papa vino a hablar con “su” iglesia –entendida como la comunidad de los bautizados de toda clase y casta–, con el clero secuestrado por el conservadurismo y los privilegios, y con los políticos que anhelaban ser bendecidos, cuando bendiciones sólo hubo para los malditos hijos de la marginación, la desigualdad y la ignorancia; para los infelices atropellados por la injusticia y la falta de respeto a los derechos humanos.
La visita despertó múltiples expectativas desbordadas por los medios de comunicación, donde sobraron palabras y faltaron silencios. Nada se criticó al Papa por no haberse compadecido de públicamente del dolor de las víctimas del demonio Marcial Maciel.
Tampoco hubo debate sobre el discurso renovador del líder de una iglesia en crisis severa. El Papa se va sin responder a quienes le reclaman una congregación moderna ante la diversidad cada vez más compleja de un mundo global.
Nos quedó claro que el Papa es un líder progresista en lo social, sí, pero conservador en lo moral.
Si bien el pastor vino a consolar a “sus” ovejas, fue cauteloso para no herir la sensibilidad política del gobierno anfitrión que temía una presencia incómoda.
¿Por eso tampoco hubo compasión papal para los padres y familiares huérfanos de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa?
Con o sin la visita de Francisco poco cambiará en nuestro México siempre cruel e indiferente, impune, de contrastes lacerantes, colmado de violencia, homicidios y feminicidios, secuestros, extorsiones, desapariciones forzadas, tráfico de personas y abuso infantil…
Ojalá no marchiten los exhortos a pedir perdón a los indígenas, a la no resignación ante la violencia de las tentaciones, a frenar los carros y caballos de los faraones, a cambiar a los príncipes por pastores, a combatir a los traficantes de la muerte y la explotación, a terminar con los privilegios que generan corrupción…
Termina la presencia de Francisco entre la esperanza y la desazón; entre México siempre fiel y México siempre cruel.
EL MONJE MANSO: ¿Se le quitó lo bronco al Bronco, y ahora anda mansito, como dice Jesús Zambrano, líder de la Cámara de Diputados? El gober de Nuevo León cerrará el penal de Topo Chico, donde el jueves pasado murieron 45 internos y cuatro “externos”; culpa al sistema judicial por dejarle una “bomba de tiempo” al haber permitido mezclar a delincuentes de alta peligrosidad en una prisión alta inseguridad.