Colaboración de Carlos Urdiales
¿Quién no está hasta la madre de la corrupción, la inseguridad y la pobreza? La pregunta es tramposa porque su respuesta es obvia. Todas, todos estamos hartos de… y llene usted el espacio. En su más reciente video promocional, los independientes organizados en la plataforma de mercadotecnia política de Guillermo Rentería, el mismo gurú publicitario de Jaime El Bronco Rodríguez, anticipan el despido inminente de la partidocracia fallida.
Ciudadanos al poder es la idea, la plataforma se desconoce, la etiqueta de “independiente” ensancha las posibilidades discursivas al permitirles (no sin razón), señalar todo aquello que lastima y enfada a la sociedad. La orfandad o libertad ideológica del membrete “ciudadano” conlleva riesgos reales.
La lista de reclamos es tan larga como la de las buenas intenciones no exclusivas de los aspirantes a candidatos sin partido, pero en realidad ¿Alcanzan las buenas intenciones a la hora de ejercer el poder?
La idea de castigar a una clase que abusa del poder es seductora, pero cuando el estímulo es “estoy hasta la madre” del status quo, lo más seguro es que nos acerquemos, al igual que en Estados Unidos, a figuras radicales de extremas derecha e izquierda (gringa por supuesto), que perfilan un vacío en centro moderado, abren debates sobre los riesgos que implican que Ted Cruz, Donald Trump o Bernard Sanders, lleguen a la Casa Blanca el primer martes de noviembre próximo.
En México, los partidos políticos se han hecho cargo de su propio desprestigio. Los verdes contaminan, los azules conquistan el poder y pierden los principios, los amarillos con sus cochineros y sus fracturas, la persecución por oficio de la presidencia para AMLO, la imagen tricolor asociada a viejas formas y nuevas tropelías, los mercenarios del PT, los camaleónicos naranjas de Dante, los aliancistas de Elba Esther.
El boom independiente debería pasar por razonamientos serios, de largo plazo, de praxis política y económica. Las buenas intenciones abundan, pero no resuelven los retos de un país que también está hasta la madre de las simplicidades envueltas para regalo en código binario.
La Secretaría de la disfunción pública
Luego de cinco meses de investigación, seis funcionarios implicados en la fuga de Joaquín «El Chapo» Guzmán (julio de 2015), fueron inhabilitados por la Secretaría de la Función Pública. Virgilio Andrade, informó que los servidores fueron destituidos definitivamente e inhabilitados por 10 años para ocupar cargo público alguno.
Esas son las mayores sanciones previstas en la Ley Federal de Responsabilidades. Es decir, la dependencia no puede hacer más. Con razón el presidente Peña Nieto quiso desaparecerla. Rebasada en sus funciones queda y subsiste solo para ahondar más la imagen de un gobierno que no castiga. Eso y nada, es lo mismo. Excepto que ésta nos costará mil 296 millones 984 mil 800 pesos, en este 2016.
(http://www.apartados.hacienda.gob.mx/presupuesto/temas/pef/2016/docs/27/r27_ppcer.pdf)