Yo sé exactamente a qué nivel va a terminar el año el tipo de cambio. Si alguien les dice eso, no le crean. La probabilidad de que esté correcto ese pronóstico es más baja que la de un reloj de manecillas totalmente descompuesto, que sin duda marca la hora correctamente dos veces al día, pero no necesariamente por las razones correctas. La frase “Los tipos de cambio son tremendamente difíciles de predecir”, atribuida a Ken Rogoff, ex economista en jefe del Fondo Monetario Internacional y profesor de Harvard, creo que tiene mucha razón. No obstante lo anterior, desde hace treinta años el consenso en la literatura académica sobre los pronósticos, es que la combinación de proyecciones –como promedios, medianas, etc-, es más preciso en el mediano y largo plazo que los pronósticos individuales (Clemen y Winkler, 1986). Es por ello que en esta ocasión me atrevo a ofrecer mi visión sobre el tipo de cambio peso-dólar. Al final, en el espíritu académico mencionado, usted también puede beneficiarse de la opinión de varios analistas y utilizar su propio criterio para formar expectativas sobre el tipo de cambio. En este sentido, les recomiendo la excelente columna de Andrés Jaime, titulada “Mitos y realidades del peso”, publicada el pasado viernes 5 de febrero en el periódico Reforma. Andrés cuenta con una brillante trayectoria en el Banco de México y es actualmente Estratega de Tasas de Interés y Divisas en el banco británico Barclays. En mi caso, deseo compartir mi visión ofreciendo mis respuestas a tres preguntas:
(1) ¿Dónde está el tipo de cambio? El tipo de cambio interbancario ha fluctuado entre 18.00 y 18.80 pesos por dólar en los últimos treinta días, registrando un nivel promedio de 18.25. En este contexto, considero que lo más importante es contestar por qué estamos en estos niveles. En mi opinión –que coincide con la de Andrés-, es que son tres fuentes de gran incertidumbre: (a) El proceso de normalización de tasas de interés del Banco de la Reserva Federal de EU (Fed); (b) la posibilidad de que la economía china se desacelere más de lo anticipado y que las autoridades, en su deseo de liberalizar los mercados –cambiario, bursátil, etc-, no puedan llevarlo a cabo de manera gradual y esto provoque ajustes más profundos en la economía global; y (c) la fuerte caída de los precios de las materias primas (o commodities), en donde sobresale la de los precios del petróleo.
(2) ¿Dónde debería estar el tipo de cambio? Los modelos de tipo de cambio real, que normalmente tienden a cumplirse en el largo plazo, muestran que el peso está subvaluado entre un 15 y 20 por ciento. Es decir, el tipo de cambio debería de estar alrededor de 15.50 pesos por dólar. Considero probable que lo lleguemos a ver en esos niveles, máxime si nuestras autoridades continúan apegadas a la ortodoxia económica y se van haciendo tangibles los beneficios de las reformas estructurales aprobadas. Desafortunadamente no creo que lo veamos en el corto plazo (alrededor de dos años). En mi opinión, esto no sucederá debido a todas las fuentes de incertidumbre que se ven en el horizonte (Fed, China y precios de los commodities, entre otras), en donde es muy probable que los participantes de los mercados financieros globales se mantengan muy preocupados al respecto y actuando en consecuencia.
(3) ¿Dónde estará el tipo de cambio? Considero que ante la imposibilidad de poder obtener un buen pronóstico a partir de los modelos estructurales de tipo de cambio, es necesario llevar a cabo un ejercicio estadístico. Sobre todo acerca de la dinámica del tipo de cambio en el periodo comprendido entre la gran crisis económico-financiera global de 2008-2009 y la actualidad. En este sentido, para evitar problemas de cálculo relativo utilizando cambios absolutos o porcentuales, decidí hacerlo con número de desviaciones estándar (i.e. qué tanto en promedio el tipo de cambio se separó de su media). En el 2008-2009, el peso registró una depreciación de 6.9 desviaciones estándar. Esto sucedió cuando el tipo de cambio se movió de 9.80 a niveles superiores a los 15 pesos por dólar. Después, el peso observó un regreso de dos desviaciones estándar en menos de seis meses y de una desviación estándar más, esta última en un periodo de dos años, situándose inclusive ligeramente por debajo de 13 pesos por dólar. Así, asumiendo que actualmente estamos observando el fin de la gran crisis global (y no el inicio de otra crisis), los volátiles reacomodos podrían impulsar el tipo de cambio hasta niveles de 19.30, para después observar una trayectoria descendente (relativamente rápida) a 17.80, sobre todo si disminuyen las preocupaciones por la economía china y hay menos incertidumbre sobre el proceso de alza de tasas del Fed. Por último, en el mediano plazo el tipo de cambio podría alcanzar niveles de 17.30. En este juego de números, anticipo un 2016 lleno de alta volatilidad, con un peso terminando el año en 17.60 frente al dólar.
Referencia
Clemen, R.T. y R.L. Winkler “Combining economic forecasts”, Journal of Business and Economic Statistics, 4, pp. 39-46, 1986.
*El autor es economista en jefe de Grupo Financiero Banorte.
Twitter: @G_Casillas