El Papa Francisco aseguró hoy que la Virgen de Guadalupe dice a todos que no se dejen vencer por sus dolores y sus tristezas, durante una emotiva misa en la Basílica del Tepeyac.
Agregó que la Virgen sigue diciéndole a los católicos que sean sus embajadores para acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas, caminando las calles del propio vecindario, comunidad y parroquias.
“Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios”, apuntó el Papa.
Recordó que en el amanecer de diciembre de 1531, cuando se produjo la primera aparición de la Virgen, se despertó la esperanza en Juan Diego y en todo su pueblo.
Señaló que en ese amanecer, Dios despertó y despierta también hoy la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras.
En ese amanecer –siguió- Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos.
En ese encuentro, Juanito, como llamó a Juan Diego, experimentó en su propia vida la esperanza y la misericordia, y aunque le dijo varias veces a la Virgen que él no era el adecuado para vigilar la construcción de un santuario para ella, la Virgen lo había elegido porque no era ilustrado, letrado o perteneciente al grupo de los que podrían hacerlo.
“María, empecinada —con el empecinamiento que nace del corazón misericordioso del Padre— le dice: no, que él sería su embajador”, señaló Francisco.
De esa manera, indicó el pontífice, él logró impulsar una bandera de amor y justicia: la construcción de un santuario, no de cemento, sino el santuario de la vida, de las comunidades, sociedades y culturas, en el cual nadie puede quedar afuera.
“Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la ‘altura de las circunstancias’ o por no ‘aportar el capital necesario’ para la construcción de las mismas”, continuó.
“El Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones, especialmente de los jóvenes sin futuro, expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones”, abundó el Papa.
Fuente: Notimex