La carrera por elegir al sucesor de Barack Obama comenzó formalmente anoche en el estado de Iowa, con una sopresiva derrota del multimillonario republicano Donald Trump en manos del senador Ted Cruz en el partido republicano y, del lado demócrata, con un virtual empate, entre Hillary Clinton y el senador “socialista democrático” Bernie Sanders.
En Iowa, ubicado en el medio oeste agrícola estadounidense y donde un 92% de la población es blanca, comenzó la serie de elecciones primarias que se concretarán en los 50 estados del país sucesivamente hasta julio, cuando se realicen las convenciones partidarias que ungirán finalmente al candidato. Iowa tiene un sistema particular, heredado del siglo XIX, donde los vecinos se juntan en asambleas o “caucus” en iglesias, escuelas y otros lugares públicos para debatir y luego votar a viva voz o en un papelito a su candidato preferido. La complejidad del sistema hacía que los resultados oficiales anoche todavía no se conocieran.
Escrutados los votos republicanos, al cierre de esta edición el senador ultraconservador del Tea Party, Ted Cruz, obtuvo un 28% de los votos de los republicanos, mientras que Trump –que iba primero por al menos cuatro puntos en las encuestas previas– alcanzaba el 24%. De muy cerca lo seguía el senador por Florida Marco Rubio, que a pesar de salir tercero lo impulsa como un futuro gran candidato en ese partido. De hecho, es el favorito del establishment y los donantes que le huyen a Trump o a Cruz, que son vistos más como anti–sistema. Se posicionó muy bien para las próximas internas, en New Hampshire, el 9 y en Carolina del Sur, el 20.
Fue vital para el triunfo del Cruz el gran apoyo que recibió de los cristianos evangélicos, que son la base del ultraconservador Tea Party, un sector que respalda masivamente al senador. El padre del candidato es un pastor evangélico y también él caminó todos los distritos para pedir el apoyo a los fieles para su hijo.
Según los resultados, buena parte de los supuestos votos de Trump habrían fluido para Rubio, que puede ser una opción más previsible que el magnate, que con un discuros racista y xenófobo ha venido ascendiendo en las encuestas. La derrota del multimillonario también muestra que sus simpatizantes, que en general es gente trabajadora, blancos de ingresos medios, no demasiado inclinada a votar, no fueron tan activos electoralmente como se suponía. La participación era clave en ese sentido para Trump. Fracasó y puede ser una señal para las internas que vienen que son mucho más simples que el sistema de asamblea.
Del lado demócrata, las elecciones aparecían mucho más reñidas. Hillary aparecía empatada en 49 puntos con Sanders, tal como preveían las encuestas. Con menos de un 1% iba tercero el ex gobernador de Maryland, Martin O´Malley, que anoche anunció que se retiraba de la carrera electoral.
A pesar de sus 74 años Sanders moviliza a mucha gente joven. Este senador, que se define como un “socialista demócrata”, quiere universidades gratuitas y poner límites a Wall Street, tiene como modelo a los países escandinavos, toda una rareza en la política estadounidense. Hillary, en cambio apuesta a su experiencia como funcionaria. Aún no está definida la elección, pero podría suceder que su carrera comenzara con un fuerte golpe, como cuando perdió en Iowa en 2008 frente a Obama, quien finalmente le arrebató la nominación demócrata.
Hasta último momento las campañas de ambos partidos estuvieron pendientes de movilizar a la gente. No solo porque las elecciones no son obligatorias sino sobre todo en una cruda temporada invernal y con nevadas previstas.
Fuente: El Clarín