“Si le preguntas a la gente para qué usan los ojos los animales, la respuesta sería: Para lo mismo que los humanos. Pero eso no es cierto, en absoluto”.
En su laboratorio de la Universidad de Lund, en Suecia, Dan-Eric Nilsson contempla los ojos de una cubomedusa. Los ojos de Nilsson, un par, son de un azul gélido y miran hacia el frente. En contraste, la medusa ostenta 24 ojos, de color marrón oscuro y agrupados en cuatro conjuntos llamados ropalios. En su oficina, Nilsson me muestra el modelo de uno: parece una pelota de golf a la que le brotaron tumores. Un tallo flexible lo une a la medusa. “Cuando los ví por pimera vez, no lo creía -dice Nilsson-. Se ven raros”.
Cuatro de los seis ojos en cada ropalio son simplemente pozos y hendiduras para detectar luz, pero los otros dos son sorprendentemente sofisticados: al igual que los de Nilson, tienen un cristalino que enfoca la luz y pueden percibir imágenes, aunque con resolución más baja.
Nilsson utiliza los ojos para recabar información sobre la diversidad de la visión animal. Pero ¿qué hay de la medusa? Se encuentra entre los animales más simples. Ni siquiera tiene un cerebro como tal, si acaso un anillo de neuronas alrededor de su umbrela. ¿Qué datos podría necesitar?
En 2007, Nilsson y su equipo demostraron que la cubomedusa, Tripedalia cystophora, utiliza sus ojos inferiores con cristalino para detectar obstáculos a los que se aproxime, como las raíces de mangle entre las que nada. Tardaron otros cuatro años para descubrir qué hacían los ojos con cristalino superiores. La primera pista importante fue un contrapeso que flota libre en el fondo del ropalio, el cual asegura que el ojo superior siempre esté viendo hacia arriba, incluso si la medusa nada boca abajo. Si este ojo detecta objetos oscuros, la medusa percibe lo que nada bajo el follaje de los mangles, donde puede encontrar los pequeños crustáceos de los que se alimenta. Con la ayuda de sus ojos, esta plasta sin cerebro puede encontrar comida, evitar obstáculos y sobrevivir.
Los ojos de la cubomedusa con parte de una variación casi infinita de ojos en el reino animal. Algunos ven solo en blanco y negro; otros perciben el arcoíris completo y más allá, hasta formas de luz invisibles para nuestros ojos. Algunos no pueden siquiera distinguir de dónde viene la luz; otros pueden detectar sus presas corriendo a kilómetros de distancia. Los ojos animales más pequeños, que adornan la cabeza de la avispa hada, son apenas más grandes que una amiba; los mayores son del tamaño de platos y pertenecen a especies de calamares gigantes.
Fuente: NatGeo