La Reserva de Biosfera Cabo de Hornos, situada en el extremo sur del continente americano y considerada una de las últimas ecorregiones vírgenes del planeta, ha celebrado su décimo aniversario y se postula como uno de los polos de atracción del turismo científico y sustentable de Chile.
«Esto es como un ‘Jurassic Park’ pero del pleistoceno, es decir, un refugio todavía libre de la lluvia ácida que nos sirve a la sociedad global para estudiar la vida», dijo a Efe el director del Programa de Conservación Biocultural, Ricardo Rozzi.
Esta reserva de cinco millones de hectáreas, que agrupa tanto los fiordos de la costa occidental de Isla Grande de Tierra del Fuego como el archipiélago de Cabo de Hornos, protege los ecosistemas marinos y terrestres del extremo austral de América.
Desde hace diez años la reserva Cabo de Hornos ha encontrado su lugar en el mapa mundial de las grandes reservas de vida y destaca por la integración de la ecología y la ética en metodologías de conservación biocultural.
«A diferencia de un parque natural, una Reserva de la Biosfera incluye también las actividades humanas y sustentables, una tarea a la que desde Cabo de Hornos se ha dedicado un gran esfuerzo», dijo a Efe la investigadora alemana de la Universidad de Magallanes Elke Schüttler.
El Parque Etnobotánico Omora, epicentro científico de la reserva y situado a tres kilómetros de Puerto Williams, es un jardín exuberante de mil hectáreas que alberga más del 5 % de la diversidad mundial de musgos y hepáticas, en un área que solo representa el 0,01 % de la superficie terrestre.
Las investigaciones sobre el clima, la fauna y flora que desde hace dos décadas han sido desarrolladas por los investigadores que trabajan en el parque fueron la clave del éxito de su postulación a la Unesco hace más de diez años.
Una de las más antiguas es la relacionada con el anillamiento de las aves que llegan a los bosques subantárticos, los más australes del planeta, tras viajar miles de kilómetros. Gracias a ella se han logrado capturar casi 10.000 ejemplares de más de 20 especies diferentes, convirtiéndose en el primer estudio de esta envergadura en Suramérica.
La virginidad de este ecosistema convierte este paraje, según Rozzi, en uno de los «mejores lugares para investigar las consecuencias del cambio climático», pues impera la necesidad de comparar los estudios realizados en entornos alterados por la mano del hombre con ecosistemas intactos como el que se puede observar en Cabo de Hornos.
A pesar de encontrarse a tan solo 1.000 kilómetros de la Antártida, esta cumbre austral del continente americano, situada entre el Pacífico y el Atlántico, es, según el filósofo y biólogo chileno, un «verdadero invernadero» de clima templado, con una gran diversidad y abundancia de las briofitas, unos minúsculos organismos que conforman los llamados «bosques en miniatura».
El descubrimiento de este «fascinante mundo invisible» que abriga los bosques del extremo sur del planeta permitió desarrollar unas innovadoras expediciones turísticas con lupa, bautizadas como «ecoturismo con lupa».
Esta actividad, que ha atraído la atención mundial por su particular relación con la naturaleza y su capacidad para compaginar la oferta turística con la conservación, permite que los turistas descubran los secretos de estos diminutos organismos y disfruten de una experiencia estética y recreativa al mismo tiempo.
«El ecoturismo con lupa no solo amplifica la visión sobre los musgos sino que también amplía la imagen mental sobre la naturaleza y nuestra relación con ella», aseguró Rozzi, quien explicó que esta actividad es una de las apuestas para el desarrollo turístico de la zona.
Con el propósito de dar un paso más en esta meta, a partir de 2017 Puerto Williams contará con el primer centro especializado en singularidades ecológicas y turismo sustentable de estas latitudes, un espacio que permitirá aunar los trabajos en terreno que se desarrollan en la Reserva de la Biosfera.
«El objetivo de la reserva es compatibilizar las necesidades económicas y de desarrollo con la conservación de la diversidad de la vida. Esperamos convertirnos en un ejemplo para el mundo», concluyó Rozzi, quien manifestó su deseo de que este remoto punto planetario pueda seguir siendo un refugio «tanto para la ciencia como para todos los habitantes del futuro».
Fuente: Terra