Esta mariposa, característica por sus grandes alas de color anaranjado y con los bordes negros, viaja cada otoño desde Canadá y la zona norte de EE.UU. hasta México, donde esta temporada 2015-2016 se han registrado nueve colonias repartidas en el Estado de México y Michoacán.
En total, ocuparon 4,01 hectáreas de bosque, una cifra que dista de las 0,67 hectáreas registradas en 2013-2014, lo que supuso la superficie registrada más baja en dos décadas, señaló WWF en un comunicado.
En su viaje, que puede llegar a ser de 4.200 kilómetros hasta que llegan a los bosques templados de oyamel y pino mexicanos, estos insectos afrontan dificultades que han hecho que su densidad decaiga.
La disminución del algodoncillo del cual se alimentan las larvas y el cambio del uso del suelo en Estados Unidos, la deforestación y degradación por la tala ilegal en México y las condiciones climáticas extremas en ambos países y en Canadá son algunos de los factores que amenazan a la mariposa monarca.
Por ello, el director de WWF en México, Omar Vidal, expresó la necesidad de «restringir el uso de herbicidas» que acaban con el algodoncillo y «restaurar el hábitat de reproducción perdido durante las últimas décadas» en territorio estadounidense.
En México, por otra parte, «se debe instaurar un sistema de vigilancia permanente que evite la tala ilegal en los santuarios de hibernación, tal y como se comprometieron los presidentes (de EE.UU., Barack) Obama y (de México, Enrique) Peña Nieto en Toluca en 2014», apuntó.
Esta temporada, la colonia más grande entre los sitios de hibernación se encontró en el ejido El Rosario, en el Santuario de la Sierra Campanario del occidental estado de Michoacán, donde hubo una ocupación de 1,09 hectáreas.
Por el contrario, la colonia más pequeña -desplegada a lo largo de 0,13 hectáreas- se asentó en el ejido El Capulín, en el Santuario Cerro Pelón del Estado de México.
Es la primera vez desde 2011 en la que se detectaron colonias en todos los sitios conocidos fuera de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.
La asociación subrayó el compromiso de los ejidos y las comunidades indígenas, así como los esfuerzos de vigilancia y pago de servicios ambientales por parte de las autoridades, para reducir «significativamente» la tala clandestina en la Reserva.
Ejemplo de estos esfuerzos son la reforestación de 10.793 hectáreas con 10,7 millones de árboles nativos y el apoyo a los negocios sustentables dedicados, entre otras actividades, a la transformación de madera.
«Ahora más que nunca, México, Estados Unidos y Canadá no pueden bajar la guardia, sino redoblar los esfuerzos conjuntos para proteger y restaurar su hábitat en toda la ruta migratoria», sentenció Vidal.
Fuente: MVS