Categorías: Medio Ambiente

La Casa Pierde

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Rodrigo Navarro

 

 

 

 

La ciudad de México transita hacia la modernidad con imágenes que corresponden a hace un siglo. La gente bañándose a jicarazos. Durante diez días, trece de las dieciséis delegaciones de la ciudad se quedaron sin agua. También trece de la zona conurbada a la ciudad en el Estado de México lo sufrieron.

Se exhorto a la ciudadanía a realizar acciones que impulsen “una cultura del agua” (como juntar agua en cubos, sic) debido al mantenimiento del sistema Cutzamala que abastece el 70% del vital líquido en la ciudad. Más bien fueron técnicas de sobrevivencia. Estas acciones se realizan durante el primer “puente” vacacional del año. Se afectaron a 10 millones de personas entre la CDMX y la zona conurbada.

En Delegaciones como Iztapalapa están habituados a la falta de agua. Es un hecho cotidiano.

La semana pasada contaba como a nuestra familia el paso de los huracanes Emily y Wilma en 2005, nos convirtió en ecologistas. Nos enseñaron los meteoros a cuidar recursos como el agua, la electricidad, gastar menos y separar la basura. No producir tantos desechos.

Con Emily además de quedarnos sin agua y sin electricidad, la palmera del vecino se cayó sobre el tubo de salida del tinaco y este se vació sin que nos diéramos cuenta. Así que como solamente nos quedamos con 10 cubos de agua durante dos semanas aprendimos a cuidarla. Literalmente a bañarnos a jicarazos. ¡Técnicas de sobrevivencia!.

En años anteriores se realizaban acciones de mantenimiento del sistema Lerma Santiago que abastece el otro 30% al ex DF en semana santa aprovechando las vacaciones. No es una coincidencia, además de la necesidad del mantenimiento a las líneas de abastecimiento del sistema para que no colapse, es un secreto a voces que el agua en la ciudad cada vez alcanza menos.

La ciudad de México CDMX es desde hace más de 40 años un sistema ambientalmente insostenible. Por la contaminación del aire, porque cada vez hay que traer más agua y de más lejos. Lo mismo sucede con los alimentos.

No hemos aprendido de nuestra propia historia. La NASA ha documentado como civilizaciones antiguas como los griegos, los mayas, los toltecas sucumbieron por agotar sus recursos naturales para sostener grandes grupos urbanos. Este es el problema, somos demasiados y además estamos hacinados.

Esta semana Jean Michel Cousteau, Presidente de Ocean Futures Society a quien represento en México escribió: “No olvidemos que somos principalmente agua. Nuestros cuerpos contienen más del 60% de agua en órganos y sistemas como nuestra piel, pulmones, músculos riñones y huesos. Y más del 70% en nuestros corazones y cerebros. El mismo porcentaje con que el océano cubre nuestro planeta. El océano es nuestro soporte de vida.

Es hora de tomar en cuenta a la naturaleza. Debemos de cuidarla como lo haceos con nosotros mismos, para garantizar su sobrevivencia y la nuestra como especie. El agua y el alimento provienen de él. No permitamos que se contaminen, que los sobre explotemos con fines de lucro, y que se desarrollen seguros para que podamos crecer como estamos destinados a hacerlo”.

Decíamos la semana anterior al hablar del caso de la deforestación del manglar de Tajamar, que es una insignificante parte de los humedales que desaparecen cada día en nuestro país. Aunque no por ello deja de ser un hecho importante. Los manglares detienen la intrusión salina del mar y limpian el agua. Son una especie de riñones.

El proyecto de una hidroeléctrica amenaza a 200 mil Ha de mangle entre Nayarit en Marismas Nacionales (113 mil Ha) y Sinaloa (87 mil). Es refugio de 120 mil aves, decretada en 2010 como Reserva de la Biosfera. Una modalidad de ANP acota pero permite los proyectos.

¿Cuál es el verdadero costo de Tajamar, se preguntaban varios expertos la semana pasada? ¿Cuál es el costo de la degradación ecológica en nuestro país? ¿Es verdad que los desarrollos hoteleros y comerciales dejan más dinero que la naturaleza? ¿Qué le dan de comer a más personas? Al parecer todo es un  asunto de dinero. Al menos eso dijeron funcionarios de SEAMARNAT, PROFEPA; FONATUR y el gobierno de Q. Roo. Tres mil millones de pesos cuando menos tendría que pagar FONATUR si se cancela el proyecto. Muchos miles de millones de dólares sin el desarrollo de todo el proyecto.

Para contestar esto el Dr. Robert Constanza fundador del Instituto de Economía Ecológica de la Universidad de Vermont en EU, y sus colaboradores publicaron en la Revista Nature en 1997 el valor que calcularon para la biosfera: 33 millones de millones de dólares. Más que el valor del PIB global.

En 2002 publicaron otro artículo sobre un estudio de inversiones en los ecosistemas. 45 mil millones de dólares invertidos en preservar sistemas naturales vírgenes dan un retorno de 4.5 millones de millones en servicios ambientales como agua limpia, regulación del clima, alimento, protección contra inundaciones, aire, captura de carbono, etc.

El Dr. Exequiel Ezcurra del Instituto para México y EU de la Universidad de California explica que con Tajamar se perdieron unos 13 millones de dólares de daño a la nación al desmontar 20 Has de mangle (en realidad fueron 47 Ha. así que fueron unos 35 millones de USD). Una hectárea de mangle produce 100 mil dólares al año en servicios ambientales. 37 mil de ellos en pesquerías. A nivel mundial son 1.65 millones de millones los servicios ambientales anuales del manglar.

Su asociado el Dr. Octavio Aburto dice que el modelo de sol y playa que promueve FONATUR destruye los ecosistemas con un costo social muy alto y las ganancia va para muy pocos.

Esto nos lleva a algo que ya hemos planteado en estas páginas, pagar las externalidades. Generalmente cuando se afecta un predio natural como Tajamar el daño ambiental afecta a toda la población de Cancún y las ganancias para 22 empresas en este caso.

Se pretende la ganancia a corto plazo, rápida ha dicho el Dr. Sarukhan, pretenden salir de ahí como si fueran empresas mineras.

“El problema es un instrumento obsoleto y mal calificado como estudio científico, las manifestaciones de impacto ambiental”, dice Ezcurra. “La MIA tiene un espacio de discrecionalidad muy grande, por lo general estos “estudios” no reúne las características técnicas mínimas”, remata.

En cualquier caso a pesar de que este jueves un juez determine la suspensión definitiva de los trabajos en Tajamar y sea una muy importante victoria de la Sociedad Civil Organizada en defensa de sus espacios naturales, la pérdida de los servicios ambientales en nuestro país es cosa de cada día. La próxima vez que tanga que bañarse a jicarazos piense que quizás tiene que ver con acciones como el ecocidio en Tajamar. En realidad siempre, la casa pierde. Salvo su mejor opinión querido lector.

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José Cárdenas