“Tuvimos mucha suerte de avistarla de nuevo en enero, casi exactamente un año después. Nos entusiasma que siga viva y en buenas condiciones”, escribió la organización en su blog, donde también ha organizado una votación para un nuevo nombre, o para mantener la denominación de Omo.
Omo no es albina; tiene una condición genética llamada leucismo, explica Derek Lee, fundador del instituto. Las células cutáneas no producen pigmentos, pero sí los tejidos blandos, como sus ojos oscuros.
Aunque poco común, el leucismo se presenta en muchas especies, incluidos pingüinos, águilas e hipopótamos.
Omo ha sido muy afortunada: la mitad de las crías de jirafa mueren antes de los seis meses de edad, víctimas de leones, hienas, y perros salvajes, informa la Fundación para la Conservación de Jirafas. Eso, sin mencionar que el evidente aspecto de Omo atraería aún más a los depredadores, reduciendo sus posibilidades de supervivencia.
De hecho, el Parque Nacional Tarangire está trabajando para asegurarse de que la rara coloración de Omo no le ponga en la mira de los cazadores furtivos.
El parque cuenta ya con un sofisticado programa contra la cacería furtiva que utiliza de todo –desde drones no tripulados hasta perros de rastreo- para defender su fauna, incluida esta jirafa tan especial.
Fuente: Nat Geo