A pesar de la flexibilidad de horarios y lo cómodo de las oficinas, en Silicon Valley no se trabaja los domingos. Pero en la costa Oeste de Estados Unidos, en el 1355 de la calle Market, la sede de Twitter, la tarde de este domingo ha sido convulsa. Cuatro ejecutivos dejan su puesto.
Alex Roetter, responsable de Ingeniería, Kevin Weil, de Producto, Katie Stanton, de Medios aunque casi con valor de embajadora de la firma, y Skip Schipper, en Recursos Humanos, dejan el nido del pájaro azul. la decisión pillaba a todo el mundo por sorpresa. De hecho, el domingo por la noche, hora de San Francisco, sus biografías seguían en la página oficial.
La salida de estos cuatro directivos —a pesar de que Jack Dorsey, cofundador y consejero delegado, insiste en que se van por su propia voluntad— se interpreta como una limpieza de fieles de Dick Costolo, anterior consejero delegado. En la junta ejecutiva solo quedan cuatro de los 13 miembros que sacaron Twitter a Bolsa. El deseo de Dorsey era hacerles saber a los empleados de Twitter la marcha de los directivos este lunes a primera hora, pero primero los rumores y después los propios afectados lo hicieron público antes de tiempo.
Staton, que durante dos años vivió entre París y Londres, y fue la encargada de abrir las sedes europeas, se ha despedido a través de un mensaje en Medium. Llevaba cinco años en la empresa. Antes de fichar por Twitter, donde estuvo cinco años, trabajó en Yahoo!, Google y la Casa Blanca. Jason Toff, a cargo de Vine, el servicio viral de vídeo, ha explicado que también se cambia de empresa. El mismo día en que Vine celebra su tercer año, Toff ficha por el equipo de realidad virtual de Google.
Dorsey ha emitido un comunicado en forma de imagen con texto incrustada en un tuit: «Lamento anunciar que Alex Roetter, Skip Schipper, Katie Stanton, y Kevin Weil han decidido dejar la empresa. Alex y Kevin llevaban más de cinco años, escalando, haciendo publicidad y con el equipo de ingeniería, desde casi cero a convertirnos en una empresa valorada en más de 2.000 millones de dólares”.
La fórmula para explicar lo sucedido, un tanto amateur para ser una comunicación oficial, sirve como un argumento más para dar el paso que ya dejó ver hace unos días: quitar el límite de 140 caracteres. En palabras de padre de la criatura —él fue quien envió el primer tuit— la decisión de poner un tope respondía a las limitaciones técnicas del momento en que fundó la empresa, pero ya no tiene sentido en tiempos de mensajería multimedia.
Twitter planea un cambio en su consejo, con la inclusión de dos nuevos miembros. Se da por hecho que saldrá Evan Williams, cofundador de la red de microblogging, enemistado con Dorsey y ahora enfrascado en la plataforma de blogs Medium, pero que sigue siendo uno de los mayores accionistas individuales. De hecho, durante meses, pagó facturas de su propio bolsillo. Aunque su cuenta corriente no ha tenido problemas desde que en 2003 vendió Blogger a Google. La cantidad no trascendió, pero se estima entre 20 y 40 millones de dólares.
La vuelta de Dorsey a Twitter llegó acompañada de la primera convulsión, el despido de 336 empleados, el 8% de la plantilla. Entonces la acción repuntó. En otoño se marchitaron poco a poco, así hasta llegar a los 18 dólares actuales. Desde la llegada de Dorsey en octubre han bajado un 50%. El tope inferior se tocó el 31 de diciembre, con 15,64 dólares. Twitter salió a un precio inicial de 26 dólares. Se afianzó en los 32 y tuvo momento de gloria bursátil en el que alcanzó los 54 dólares por título.
A pesar de la buena acogida inicial, Dorsey es cada vez más objeto de críticas. La más frecuente tiene que ver con su doble vida: ejerce como consejero delegado en Twitter y Square, su segunda empresa, dedicada a los pagos online. Se estrenó en el parqué en noviembre a 13,09 dólares. El miércoles llegó a 8,40.
Cuando se confirmó nombramiento en firme de Dorsey a los mandos de Twitter, en julio, su fortuna personal, basándose en la cotización de las acciones que tiene de ambas empresas, superaba los mil millones de dólares. Los últimos movimientos de Wall Street, hicieron el pasado miércoles Dorsey dejase de formar parte del club de los milmillonarios.
Los rumores de una posible venta de Twitter son cada vez más recurrentes. Entre los posibles compradores se contemplan dos nombres con gran fuerza. Google, que ha acudido en su ayuda promocionando y ordenando su contenido en varias ocasiones, y Facebook, su antagonista.
En el caso de los de Mountain View (Google) siempre lo han visto como el servicio de éxito que ellos no han sido capaces de crear en redes sociales. Cuando Omid Kordestani fichó por Twitter en octubre, justo después de los despidos, se interpretó como un movimiento de acercamiento. Se trata de uno de los empleados iniciales del buscador, el número 11 concretamente. Y entró en calidad de director de operaciones. Muchos lo ven como un tutor para evitar un descalabro mayor en Twitter y como el mejor intermediario en caso de concretarse la adquisición.
En el caso de Facebook, Mark Zuckerberg ya lo intentó en octubre de 2011, en un encuentro con Evan Williams y Biz Stone. El precio que puso Zuckerberg fue de 500 millones de dólares. Los cofundadores de Twitter lo valoraban en, al menos, una cantidad que lo doblase. De nuevo se reflejaba la obsesión de Silicon Valley por los unicornios, como se denomina en el argot a las startups cuya valoración supera los 1.000 millones de dólares.
Fuente: El País