Arabia Saudita, una de las sociedades del planeta más apegada a sus tradiciones, donde la estructura familiar y el patriarcado tribal difieren escasamente en más de un siglo, ahora parece que tiene prisa. Hizo más en la última semana que en años anteriores.
En un lapso de ocho días, ejecutó a 47 personas condenadas por terrorismo, tensó los lazos con Irán al romper sus relaciones diplomáticas y anunció numerosas medidas para una reducción radical de su estado de bienestar que incluye una privatización parcial del gigante petrolero Saudi Aramco, una de las compañías más grandes del mundo.
Este frenesí de acción, resultado de la baja en los precios del petróleo, intereses estadounidenses cambiantes y una conmoción regional que amenaza a los gobernantes en todo Medio Oriente, parecen ser obra, en gran medida, del príncipe Mohammed bin Salman, el hijo de unos 30 años del rey Salman, con menos de un año en funciones. Y si bien su ambición de modernización ha atraído elogios, algunos temen que vaya más allá de lo que puede manejar.
“Los saudíes tenían fama de ser prudentes, reservados”, dijo Eckart Woertz, investigador sénior en el Centro de Asuntos Internacionales Barcelona. “En este momento hay cierta preocupación respecto de esas decisiones apresuradas”.
La mayor bomba esta semana: el anuncio del príncipe Mohammed en una entrevista con The Economist de que una oferta pública inicial en Saudi Aramco podría formar parte de los planes de privatización del reino. Una decisión que se tomará en los próximos meses, dijo.
Definió sus planes como una revolución estilo Thatcher, a la manera de la reforma de la economía del Reino Unido en los años 80, diciendo que se invitará a los inversores privados a desempeñar un papel mayor en la salud, la educación y algunos sectores de defensa; se venderán tierras fiscales; y se introducirán impuestos sobre las ventas para los bienes de consumo.
El nuevo gobierno está abandonando rápidamente la lentitud que caracterizaba su viejo estilo, dijo Saud Al Tamamy, teórico político en la Universidad Rey Saud en Riad.
En un solo día, la semana pasada, el gobierno anunció e implementó un recorte en los subsidios del combustible que elevó el precio de la gasolina 50 por ciento, lo que hizo correr a los conductores a las estaciones de servicio y desató una serie de comunicados de empresas explicando cómo los afectaría el cambio.
En noviembre, el gabinete aprobó luego de años de negociación una tarifa anual sobre terrenos urbanos no desarrollados destinada a transformar el mercado inmobiliario del reino.
Algunas de las reformas “pintan bien para la salud de Arabia Saudita en el largo plazo, en el sentido de que ponen en evidencia una voluntad de reducir subsidios, implementar impuestos y recortar el gasto”, dijo Allison Wood, analista para Medio Oriente y el Norte de África en Control Risks en Dubai. “Por otro lado, aumentan los riesgos para los inversionistas que suelen ser impredecibles y deciden, como ya vimos, de la noche a la mañana”.
La empresa estatal Saudi Arabian Oil Co. confirmó el viernes que analizaba una oferta pública inicial (IPO), lo cual podría llevar a la petrolera a superar a Apple Inc. como la empresa más grande del mundo que cotiza en bolsa.
La presión para el cambio deriva de un déficit fiscal que el año pasado alcanzó 15 por ciento del PIB en tanto el petróleo cayó dos tercios desde sus niveles de mediados de 2014. Arabia Saudita recurrió a sus ahorros para cubrir el déficit y sus reservas cayeron 10 meses consecutivos hasta noviembre, un ritmo sin precedente.
Los inversores comenzaron a preguntarse si los saudíes se verían obligados a devaluar su moneda, o a dar un giro en su política en la OPEP y determinar reducciones en la producción que vuelvan a hacer subir los precios del petróleo.
Los swaps que cubren el incumplimiento crediticio saudí alcanzaron un máximo esta semana desde la recesión global de 2009, y los futuros del riyal se debilitaron ante versiones sobre presiones del dólar contra la moneda saudí, que se ha mantenido fijo en los 3.75 riyales en los últimos 30 años.
Fuente: El Financiero