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La única vez que México vio a David Bowie

Publicado por
Aletia Molina

La noche del jueves 23 de octubre de 1997 quedará guardada en la memoria de los fans mexicanos de David Bowie.

Los que pudieron acudir al único concierto del cantante en México lo recuerdan especialmente estos días, después de que este lunes nos despertáramos con la noticia de la muerte del Camaleón. La gira de su álbum Earthling permitió a los mexicanos ver en vivo al británico, que tocó en un Foro Sol abarrotado. Quicksand fue la canción que Bowie eligió para arrancar una actuación irrepetible.

Previo a su presentación, David Bowie aprovechó su llegada a la ciudad, tres días antes, para conocer la cultura mexicana. Visitó el Museo Frida Kahlo, las Pirámides de Teotihuacán, el Museo de Bellas Artes y Palacio Nacional. El fotógrafo Fernando Aceves fue el encargado de documentar el paseo de Bowie en tierras mexicanas, contratado por la empresa que organizó el evento. A través de un mensaje, Aceves le cuenta a Verne sus impresiones de aquella ocasión en la que el cantante británico brindó ángulos y poses en una sesión exclusiva para él.

“David amaba la riqueza cultural de México, y en 1997 quiso simplemente documentarse frente a ciertas obras. No había mejor homenaje al patrimonio artístico de México que ese. Bowie todo lo respiraba, se integraba, miraba en silencio, sonreía y no comentaba. Como el documentalista que soy, lo más preciado fue tener la oportunidad de haber estado junto al hombre universal”, recuerda Aceves.

Tras aquellos primeros días libres, David Bowie se reunió con la prensa mexicana para recordar la época de los sesenta con nostalgia y arremeter contra el consumismo norteamericano: «No me gusta ver la naturaleza homogénea, no me gusta McDonald’s ni el Holiday Inn, pues son cosas que vienen como a aplanar la cultura y eso me asusta», dijo Bowie esa ocasión a los periodistas locales.

La noche de aquel jueves 23 de octubre más de 40.000 personas se habían congregado  para ver y escuchar en vivo a un afable Bowie de 50 años, quien desplegó 24 canciones a lo largo de dos horas de concierto. Sonaron los entonces nuevos temas del Earthling: I’m Afraid of Americans, Little Wonder, Looking for Satellites o Seven Years in Tibet, alternados con clásicos como Jean Genie, Fashion, Under Pressure, Fame y Panic in Detroit. También fue noche de covers para conocedores, con dos piezas de The Velvet Underground y una de Laurie Anderson.

Un concierto con cambios de vestuario y de imágenes imborrables. Eduardo Ruiz, director de teatro, cuenta que aquello fue doblemente especial para él: “Yo ya había visto a Bowie en Londres en el 74, con la gira del Aladdin Sane. Fue impresionante para mí porque me inspiró a dedicarme a la iluminación. En 1997 me asombré con el estilo e imagen de su bajista (Gail Ann Dorsey), quien traía una coleta de diablo. Pero sobre todo porque ese fue el primer concierto con el que introduje a mi hija en el rock”, cuenta a Verne vía telefónica un Eduardo Ruiz emocionado y declarado «fan de hueso colorado del Camaleón».

Aquel recital se caracterizó, además, porque los abridores -Erasure y Control Machete- tenían poco que ver con los gustos de los fans de Bowie. Aunque, como apunta Ruiz, “no les fue tan mal. No los bajaron a chiflidos como se estilaba”.

El escritor y columnista del diario Milenio, Wenceslao Bruciaga, detalla en un mensaje cómo fue presenciar el set que entregó Bowie al público mexicano: “Tenía casi un mes de haber cumplido 20 años. Era una gira muy influenciada por Nine Inch Nails según yo, una electrónica apocalíptica y anárquica. Sí fue frustrante no escuchar Space Oditty o Modern Love, aunque estaba más o menos reciente reciente el Unplugged de Nirvana y entonces sí fue demoledor escuchar The Man Who Sold the World. Fue el momento más estremecedor para mí porque esa rola con Nirvana me hizo darme cuenta de lo grande que era.”, cuenta Bruciaga tras el fallecimiento de Bowie.

Esa noche, el Camaleón se despidió para siempre del público mexicano con un tema que los fans más aguerridos ubican: All the Young Dudes, aquel sencillo de 1972 que lo evoca en pleno esplendor glam.

Fuente: El País

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Aletia Molina

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