La ley –como la moneda– tiene dos caras.
Una es contundente, intransigente y con frecuencia abusiva. Es aquella aplicada a “secas”; diseñada para castigar con peculiar severidad los delitos bajo el esquema carcomido por la corrupción.
Pero existe otra cara de la ley como moneda de cambio, no escrita en papel alguno. Es la norma suave, bondadosa y protectora, hecha para aplicarse con “gracia” a los “amigos” del poder. Es la regla de los políticos que juegan con las formas, simulan sanciones, castigan con exilios dorados, o con el retiro del “hueso”. La ley que perdona a los “elegidos”, quienes la violan.
Humberto Moreira ha sido uno de esos.
Salió de la dirigencia nacional del PRI cuestionado por el escandaloso endeudamiento durante su gestión como gobernador de Coahuila; fue exonerado por el Congreso cómplice de Coahuila, pero pagó con el exilio de la vida pública; se mudó a Barcelona para consolar su desgracia profesional y personal. Ahora, en la madre patria lo acusan de lo que aquí le han perdonado.
Algo parecido ocurrió hace unos meses con Arturo Escobar, ex vocero del Partido Verde. El cuestionadísimo personaje, nombrado subsecretario de Gobernación en pago por alianzas con el PRI, fue señalado como delincuente electoral. Dejó el cargo público para enfrentar a la justicia; fue exonerado por falta de elementos, pero no ha sido reivindicado, a pesar de que en sentido estricto es un hombre inocente.
Escobar y Moreira están fuera de la jugada política. La razón es muy simple: ambos están apestados ante la opinión pública; son frutos del árbol que da “moreiras”, como diría el cacique potosino Gonzalo N. Santos, en los años cuarenta del siglo pasado.
Quien decide desde la cumbre del poder impide el retorno de los brujos, pero en los hechos acepta que son renglones torcidos, aunque por “lealtad” no merezcan el castigo de la justicia verdadera por sus probables delitos; no son cualquiera; tienen la impunidad garantizada –por lo menos en México… y eso le saldrá caro al mandamás de Los Pinos.
La doble ventaja de la doble moral es que permite al poder deshacerse de los incómodos sin congoja. La ley no escrita tiene también tiene su lado agradecido. No importa que lo derecho se enchueque.
EL MONJE CHIMOSO: “No utilizaré los tiempos del partido para mi promoción personal por dos razones. Uno, porque causaría división al interior. Dos, porque sería inequitativo”, responde Manlio Fabio Beltrones a quienes intentan empujarlo a seguir la ruta de López Obrador, Ricardo Anaya y/o Agustín Basave. Feliz por el triunfo en Colima, es optimista en Sinaloa y Oaxaca, menos en aquel estado donde “el muerto no ayuda”…