Su nombre es sinónimo de éxito en Hollywood, pero para llegar a él, Jennifer Lawrence ha tenido que pasar momentos realmente complicados en su vida personal y profesional, levantarse de escándalos y reinventarse a cada paso, como sucedió aquella noche en la que antes de recibir el Oscar tropezó en las escalinatas hacia el escenario del Dolby Theatre.
Sé que sólo se pusieron de pie porque me caí y es vergonzoso, pero ¡gracias!”, comentó con su peculiar sentido del humor aquella velada que también será recordada por su expresiva reacción al ser interrumpida en una entrevista por el mismísimo Jack Nicholson.
Por esa y muchas otras razones, el realizador David O. Russell vio en la originaria de Louisville, Kentucky, a la actriz perfecta para encarnar a una madre soltera convertida en magnate empresarial en Joy: el nombre del éxito, filme que hoy llega a la cartelera con la intención de conquistar a los espectadores y también a la crítica especializada, quien ya la coloca dentro de las favoritas para conseguir varias nominaciones para la próxima entrega del Oscar.
Esta es la primera vez que Jennifer carga una película dramática, de manera emocional, desde la raíz. Es una actuación acerca de capturar la extensión del alma de una persona”, indica Russell.
Basada libremente en la vida y progresos de la inventora y estrella de la teletienda Joy Mangano, la historia de Joy: el nombre del éxito sigue el desenfrenado camino de una familia trabajadora, pero hasta cierto punto fracturada, y de la joven que a final de cuentas se convierte en su brillante matriarca y líder por derecho propio.
Llevada por el impulso de inventar cosas, pero también por cuidar a aquellos a su alrededor, Joy experimenta en carne propia el abuso de confianza, la traición, la pérdida de la inocencia y las cicatrices del amor, mientras encuentra el eslabón y la fe para ir tras los que alguna vez fueron sus sueños reprimidos.
Para David O. Russell la pregunta clave a la que se tiene que enfrentar Joy mientras crece, es cómo seguir siendo fiel a sí misma.
¿Cómo alguien puede seguir siendo honesto consigo mismo cuando se hace de los múltiples compromisos que la vida adulta trae consigo? Y, de igual importancia, ¿cómo se mantiene ese pulso de la vida y sueños mágicos que se tenían de niño?”, son algunas de las preguntas que se planteó el realizador al encarar el proyecto.
Igual de emocionante resultó el proceso para Jennifer Lawrence, quien ha tenido que sortear filtración de fotografías personales en internet, amenazas por supuestos videos, chantajes para no difundir correos electrónicos en los que ventilan sueldos y envidias.
Interpretar un personaje a través de generaciones fue emocionante, y nunca antes lo había hecho. He observado que una cosa que parece suceder conforme vas creciendo es que te vuelves más calmado. Así que trabajé con cambios sutiles en la voz y gestos de Joy, que se vuelven más seguros, suaves y lentos”, añade la ojiverde. Pero otro punto clave fue que el guión contenía los momentos más tristes, depresivos y vulnerables de Joy.
“Parte de lo que me encanta de la historia de David es que se adentra en los años en los que Joy no creía en ella, cuando todos la habían llevado a creer que sus sueños eran ridículos y tontos.
Me parece que es una parte muy importante de contar una historia acerca de alguien que se vuelve exitoso. Es relevante ver todos esos años donde no sabían que tenían eso en ellos”, añade la actriz que fuera descubierta por el escritor Guillermo Arriaga en su primera película como director: The Burning Plain.
El resultado es una historia emotiva y humana acerca del ascenso de una mujer, que navega por el despiadado mundo del comercio y el caos familiar.
Pero Joy: el nombre del éxito no será la única película con la que Lawrence ilumine la pantalla en 2016. También la veremos nuevamente en ese traje ajustado de Mystique en X-Men: Apocalipsis, mientras se prepara para rodar dos películas este año: It’s What I Do, de Steven Spielberg y la nueva película de Darren Aronofsky.
Fuente: Excélsior