El Chapo Guzmán eligió un espejo para disfrazar su enésima fuga. El mismo espejo en el que desde la clandestinidad contemplaba su leyenda y los sueños de película.
Detrás del espejo estaba la salida; delante, otra burla al gobierno.
En el mismo espejo se reflejó el mismo Comandante Águila quien lo había capturado en Mazatlán en febrero de 2014 y mantenía la cacería del fugado desde hacía seis meses.
La inteligencia del Estado había hecho su trabajo; el cuerpo de élite responsable de cazar al narco más buscado del mundo encontró sus huellas. Las había rastreado desde los confines de Cosalá, Sinaloa, en el serrano “triángulo dorado” hasta las calles de una zona residencial en Los Mochis.
La titular de la PGR asegura que un mes antes trabajos de inteligencia habían detectado la casa de seguridad que sirvió como último escondite al capo, y esperó el momento adecuado para recapturarlo. Otros dicen que la Marina cayó encima por una casual denuncia vecinal…
Como haya sido, El Chapo, audaz y escurridizo, siempre estuvo un paso adelante de sus perseguidores; construyó salidas falsas para engañar al gobierno enemigo; colocó de parapeto a un grupo de sicarios; sacrificó cinco vidas y la libertad de seis –incluidas dos mujeres; ganó precioso tiempo para escapar una vez más por otro túnel que conduce al drenaje urbano. El plan del capo estuvo a punto de resultar exitoso. Todo, fríamente calculado.
Pero la madrugada del viernes la suerte estuvo del lado de las fuerzas del Comandante Águila y su tropa. Sin quitar mérito al arriesgado esfuerzo de la Secretaría de Marina Armada de México, al final un golpe de fortuna hizo posible la recaptura del más buscado.
Los policías federales que detuvieron a El Chapo y su lugarteniente El Cholo, Orso Iván Gastélum, en la carretera Los Mochis-Navojoa cuando huían camino a la comunidad de Juan José Ríos, cerca de Guamúchil, respondieron a la alerta por un vehículo robado; no sucumbieron a la provocación tentadora de los prófugos, y al final se sacaron el premio mayor con todo y una selfie del más frustrado.
De paso, en el Hotel & Suites Doux, a donde El Chapo y El Cholo fueron llevados para ser entregados a los marinos, el criminal se miró al espejo sucio, golpeado y derrotado como un pepenador… apestando a rata.
Esta vez el espejo no mentía; reflejaba la realidad sin sueños y fantasías de película; sin fama, ni gloria… sin Reina del Sur.
EL MONJE CIEGO Y SORDO: Detrás del espejo ya no hay nada. La canción de El Chapo quedó sin letra.