La agencia espacial estadounidense, NASA, recordó a los astronautas muertos en la tragedia del transbordador Challenger, cuando fallecieron sus siete tripulantes apenas un minuto después de despegar.
El 28 de enero es el día en que la NASA honra a todos los astronautas fallecidos en sus misiones espaciales con una ceremonia en el cementerio nacional de Arlington (Virginia) presidida por el director de la agencia, Charles Bolden.
El dramático accidente frustró la aspiración de la NASA de enviar civiles al espacio para involucrar a la sociedad en sus exploraciones, recabar apoyo para su costosa financiación y obtener puntos de vista de profesores, periodistas y otros profesionales que pudieran hacer una aportación literaria.
Los transbordadores de la NASA dejaron de volar en julio de 2011, y lo único que queda de ellos son ahora piezas de museo. La agencia estadounidense depende desde entonces de las naves rusas Soyuz para trasladar a sus aeronautas.
No fue la primera catástrofe espacial, pero su retransmisión en directo convirtió la tragedia del Challenger en un terrible accidente que se quedó grabado en nuestras retinas y que marcó, sin duda, la carrera espacial. 74 segundos después del despegue del transbordador, el vuelo STS-51L estalló en pedazos ante la mirada atónita del mundo.
Como consecuencia, siete tripulantes (Francis Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe) perdieron la vida.
Seis astronautas y una maestra convertidos en héroes para la historia de la exploración espacial.
Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos por aquel entonces, recordaba en su discurso horas después que «hacía diecinueve años, casi en esa misma fecha, tres cosmonautas norteamericanos habían perdido la vida en un accidente en Tierra». Pero jamás había muerto ningún astronauta en pleno vuelo. «Nunca habíamos sufrido una tragedia como esta», señaló el político. Reagan se dirigía a todo un país consternado por la tragedia del Challenger, incluyendo los niños que contemplaron la catástrofe del transbordador en directo. Y es que en la misión viajaba Christa McAuliffe, la primera maestra en volar al espacio dentro de un programa de la NASA para promocionar el estudio de la ciencia en las escuelas de EEUU.
Aquella fría mañana Florida amaneció helada. Las bajas temperaturas amenazaron con retrasar el lanzamiento del Challenger, pero dado que este se había planificado para el mediodía, no debía de haber mayores problemas.
El frío, sin embargo, afectó a los anillos de goma que protegían herméticamente las juntas de los aceleradores. Nadie consideró que el viento que había «azotado» el transbordador durante la noche provocaría una verdadera catástrofe.
La tragedia del Challenger cambió para siempre los programas de exploración espacial. Por ejemplo, los planes de la NASA de enviar civiles al espacio se retrasaron 22 años.