«Las neuronas son células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental», decía Ramón y Cajal. Es precisamente nuestro coco, nuestro cerebro, nuestra almendra, nuestro órgano pensante el que hace a los humanos realmente especiales.
Aquí tienes algunos detalles y curiosidades que hacen que seamos como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.
La zona del cerebro donde reside el amor. En vez de un corazón deberíamos dibujar un cerebro cuando nos referimos al amor. Y es que estos científicos de la universidad canadiense de Concordia, parece que han encontrado el lugar exacto donde se encuentra el cariño. Según su investigación, cuando miramos imágenes de seres queridos y fotografías eróticas, se nos activa la misma zona cerebral, las áreas del núcleo estriado y de la ínsula.
La capacidad el cerebro en Gigabites. En realidad no es muy científico comparar la memoria humana con la digital pues cada una tiene sistemas completamente distintos de organización y almacenamiento. Sin embargo los neurólogos afirman que nuestra mollera es mucho más potente que el mejor de los ordenadores, pues poseemos unas 100.000 millones de neuronas cada una de las cuales está interconectada hasta 50.000 veces con sus vecinas.
1.400 nuevas neuronas cada día. Mucha gente piensa que durante la vida adulta no se generaban nuevas neuronas. Sin embargo, recientemente, un grupo de investigadores sueco comprobó que cada día se producen unas 1.400 neuronas nuevas en nuestro cerebro. Eso sí, también se dieron cuenta de que según envejecemos este número va disminuyendo.
Un cerebro maduro y listo para usarse. ¿A qué edad exacta madura nuestro cerebro? Esta es la pregunta que se hicieron en el Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres y se pusieron manos a la obra para conocer la respuesta. Según sus estudios nuestra azotea no está completamente amueblada hasta que superamos los 30 años e incluso después de cumplir los 40. De hecho la zona que experimenta un periodo de desarrollo más prolongado es el córtex prefrontal.
Hablar solo es bueno para el cerebro. A partir de ahora cuando veas a alguien hablando solo por la calle ya no volverás a pensar que está loco, sino que está dándole al coco de manera más eficiente. Un estudio publicado en la revista Quarterly Journal of Experimental Pyschology comprobó científicamente que esta costumbre estimula el cerebro y ayuda a concentrarse mejor para resolver una tarea.
Fuente: The Huffington Post