Colaboración de Francisco Fonseca
El conocido comunicólogo canadiense del Siglo 20, Marshall McLuhan (1911-1980), lanzó al mundo tres libros, entre otros muchos, que iniciaron una gran revolución en los entonces incipientes medios de comunicación: “El medio es el mensaje”, “La aldea global” y “Las extensiones del hombre”.
El aforismo más conocido de McLuhan explica de manera concisa y poética el planteamiento que ofrece el autor canadiense a los estudios de la ecología de los medios, sirviendo como invitación a la reflexión. Sobre este aspecto se han lanzado abundantes críticas, dirigidas más a desprestigiar al autor, que a debatir su axioma.
A grandes rasgos McLuhan definió tres eras de la humanidad: La era pre literaria o tribal, la era de Gutenberg y la era electrónica.
-La era pre literaria o tribal fue cuando la palabra hablada era reina y el oído era el rey. «Mire detrás sin darse vuelta. Usted está en un espacio acústico». Antes que la escritura se extendiera, la humanidad vivía en “un espacio acústico”, que era el espacio de la palabra hablada. Este espacio no tiene frontera, ni dirección, ni horizonte y está cargado de emoción.
-La era de Gutenberg se caracterizó por la invención de los tipos móviles de Gutenberg que forzaron al ser humano a comprender en forma lineal, uniforme, concatenada y continua lo leído. La estructura transformó al espacio en algo limitado, lineal, ordenado, estructurado y racional.La página escrita, con sus bordes, márgenes y caracteres definidos en renglón tras renglón trajo una nueva forma de pensar el espacio.McLuhan sostenía que la movilidad del libro «fue como una bomba de hidrógeno», cuya consecuencia fue el surgimiento de un «entorno enteramente nuevo». Apareció un nuevo ambiente: el espacio ilustrado, el espacio urbano.El pensamiento lineal produjo además: «en la economía la línea de montaje y la sociedad industrial»; «en física las visiones newtonianas y cartesianas del universo como un mecanismo en el que es posible localizar un suceso en el tiempo y el espacio».
-Sobre la era electrónica, McLuhan especula sobre su potencial. Por un lado nos indica que debemos «sobrevivir» a los medios, evitar que estos nos ahoguen, su estrategia era la siguiente: «si queremos salvarnos de morir ahogados por los medios que nosotros mismos hemos creado, primero debemos observarlos y luego entenderlos».
Estaba convencido que si no desarrollamos una actitud reflexiva frente a ellos, terminarían por «ahogarnos». Su hijo Eric McLuhan cuenta que en privado su padre Marshall le aconsejaba que sus nietos no vieran tanta televisión.
Por otro lado, nunca dejó de tener una gran esperanza respecto a las nuevas tecnologías. Eso hizo definir su determinismo tecnológico.
Pensaba que la tecnología electrónica no dependía de las palabras y puesto que la computadora es la extensión del sistema nervioso central, cabe la posibilidad de extender la conciencia sin verbalización.
Lo que McLuhan no previó fue que la madre televisión tendría una hija prolífica: la computadora; y ésta a su vez sería la progenitora de las tabletas, los celulares, los teléfonos inteligentes, los relojes cibernéticos de pulso, las modernas pulseras que proyectan su información en el brazo del portador, etcétera. Es decir, son sus nietos y nietas. Y el futuro apenas comienza.
Estudios elaborados por sociólogos y por estudiosos del tema, arrojan información de que los mexicanos pasan, en promedio, cuatro horas con 45 minutos al día mirando su programa favorito. Aunque esta es una de las actividades de entretenimiento más comunes no sólo en México, sino en el mundo, especialistas advierten de los riesgos de ver televisión por mucho tiempo.
Cuando la televisión empezó a proliferar en la época de los 70 del siglo 20, las madres sentaban a sus pequeños hijos frente al aparato para que se tranquilizaran. Cuando esos pequeños alcanzaban los 15 años de edad, se calculaba entonces que ya habrían visto algo así como 750 mil anuncios comerciales; y tomemos en cuenta que la cantidad de anuncios de aquellos años no tiene ninguna comparación con la saturación de estos días: algún canal de televisión podría anunciar “lo invitamos a ver nuestro carrusel de anuncios comerciales con algunos fragmentos del programa X”.
No hay normatividad que funcione o se aplique en beneficio de la audiencia, audiencia inerme y dócil, sumisa y muda. Es ofensivo que el invento llamado televisión explote los más íntimos sentimientos del ser humano y que las autoridades no solamente lo corroboren sino que colaboren en esta intromisión descarada.
En los Estados Unidos de América, “el tiempo de pantalla» es un término usado para actividades realizadas frente a una pantalla, como ver televisión, trabajar en una computadora o jugar con videojuegos. El tiempo de pantalla es una actividad sedentaria, lo cual significa que está físicamente inactivo mientras está sentado. Durante el tiempo frente a una pantalla se consume muy poca energía.
La mayoría de los niños estadunidenses pasan aproximadamente tres horas al día viendo televisión. Sumando todo, todos los tipos de tiempo frente a la pantalla pueden totalizar de cinco a siete horas al día. Estar demasiado tiempo frente a una pantalla puede:
-Hacer que sea más difícil para su hijo dormir en la noche.
-Aumentar el riesgo de que su hijo desarrolle problemas de atención, ansiedad y depresión.
-Aumentar el riesgo de que su hijo aumente demasiado de peso.
El tiempo frente a una pantalla aumenta el riesgo de obesidad para su hijo debido a que estar sentado y mirando una pantalla es tiempo que no se pasa estando físicamente activo.
Los anuncios y otras propagandas de la televisión pueden llevar a los niños a hacer elecciones de alimentos malsanos. La mayoría de las veces, los alimentos en los anuncios dirigidos a los niños son ricos en azúcar, sal o grasas.
Los niños comen más cuando están mirando la televisión, sobre todo si ven anuncios de alimentos. Las computadoras le pueden ayudar a los niños con sus tareas escolares, pero navegar en Internet, pasar demasiado tiempo en Facebook o mirar videos en YouTube se considera tiempo de pantalla malsano.
Los niños menores de dos años no deben pasar ningún tiempo frente a una pantalla. Debe limitarse el tiempo frente a la pantalla de 1 a 2 horas al día para los niños de más de dos años. A pesar de lo que puedan decir los anuncios, los videos dirigidos a niños muy pequeños no mejoran su desarrollo.
Pasar muchas horas viendo televisión provoca casi los mismos efectos en el cuerpo que el tabaquismo, el colesterol alto o la hipertensión. Stephen Kopecky, médico cardiólogo y profesor de medicina en la Clínica Mayo de Rochester dice que mirar televisión fomenta el sedentarismo lo cual produce altos costos para la salud.
El estar ubicados horas y horas sin hacer ejercicio, y preocupándose o estresándose puede producir los siguientes trastornos:
-Depresión
Las personas se mantienen en un estado de aislamiento y soledad. Los programas de televisión con temas complicados y personajes emocionalmente inestables influyen en el ánimo y emociones de las personas. Yoon Sung Hola, investigador de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, señala que las personas llegan a refugiarse en la televisión para «bloquear» sus sentimientos y realidad. Agrega que los adictos a los programas de televisión llegan a descuidar su trabajo y relaciones con familiares o amigos. A pesar de estar conscientes de ello, les es difícil resistir el deseo de ver episodios continuamente.
-Obesidad
Investigadores de la Harvard School of Public Health, advierten que hay una gran relación entre ver la televisión y la obesidad en niños y adultos en países de todo el mundo. Mientras que los niños tienen más probabilidades de aumentar de peso cuando tienen la televisión en su recámara, las mujeres que pasan dos horas al día viendo sus programas favoritos tienen 23 por ciento más riesgo de sufrir obesidad, comparadas con quienes no lo hacen. Ver la televisión eleva el riesgo de enfermedades y muerte prematura (continúa)