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Replantear el objetivo del Banco de México

Publicado por
José Cárdenas

Colaboración de Gabriel Casillas 

Ya se logró llegar al objetivo de inflación del Banco de México de 3 por ciento. Si bien la inflación anual está en su nivel mínimo histórico (o al menos desde 1969 que se calcula la inflación a nivel nacional) en 2.21 por ciento, diferentes métricas estadísticas hablan de consolidación del objetivo de 3 por ciento en el mediano plazo. No sólo ya no hablamos del 117 por ciento de inflación anual en abril de 1983, del 180 por ciento de febrero de 1988, ni del 52 por ciento de diciembre de 1995. Bueno, ni siquiera hablamos de inflaciones de dos dígitos que las buenas políticas macroeconómicas (apertura comercial, política monetaria responsable, finanzas públicas sanas, tipo de cambio flexible y bancos bien capitalizados) lograron erradicar desde abril del año 2000. Asimismo, a partir de principios de 2001 la inflación “se estacionó” alrededor de 4 por ciento (Chiquiar, Noriega y Ramos Francia, 2007) y ahora todo parece indicar que fluctuará alrededor de 3 por ciento, el objetivo de largo plazo del Banco de México.

Con esta conquista de la inflación ¿Valdría la pena modificar el objetivo del Banco de México? Yo considero que sí. Quiero destacar que no en el sentido de tener un objetivo dual como el del Banco de la Reserva Federal en EU (Fed) –como algunos legisladores mexicanos han insinuado o como recientemente propuso el Ing, Carlos Slim en el marco del 50 aniversario del Banco Inbursa-, sino modificarlo a un objetivo de inflación subyacente, en lugar de inflación general como se tiene hasta ahora. En este sentido, dedicaré el resto de la columna a comentar dos asuntos: (1) Por qué considero que el Banco de México no debe adoptar un objetivo dual de empleo e inflación; y (2) por qué creo que Banxico debería perseguir un objetivo de inflación subyacente hacia delante.

(1) Banxico no debe adoptar un objetivo dual. En mi opinión, tener un sólo objetivo para nuestro banco central ha sido uno de los mayores aciertos de las última administraciones. Planteo esa aseveración desde dos aristas: (a) Por el lado académico, tanto en la literatura teórica ampliamente aceptada, como en la evidencia empírica, queda claro que en el largo plazo el poseedor del monopolio de creación del dinero, es decir, el banco central, tiene el poder de controlar la inflación. Si bien no hay duda de que en el corto y el mediano plazo existen un sinnúmero de choques que un banco central no puede controlar, en el largo plazo la inflación es un fenómeno monetario. No obstante lo anterior, también es ampliamente aceptado que un banco central no tiene injerencia directa ni en el corto, ni el mediano, ni en el largo plazo en la generación de empleo (McGrattan, 2015). En pocas palabras, el empleo no es un fenómeno monetario. Entonces ¿Por qué en EU el Fed tiene un doble objetivo a la luz de esa casi irrefutable verdad? Aquí es donde voy al segundo aspecto; y (b) en mi opinión, cuando un país es tan hegemónico e imprime moneda de reserva como EU, se puede “dar el lujo” de despegarse de la adopción de políticas ortodoxas y no tener algunas de las consecuencias negativas como fugas de capital. En contraste, en un país que no imprime moneda de reserva, ni su política monetaria es referencia global, como es el caso de México, salirnos de la ortodoxia nos acarrearía fugas de capital y posible depreciación cambiaria desordenada, entre otras consecuencias negativas.

(2) Banxico debería perseguir un objetivo de inflación subyacente hacia delante. En un país en que se vivieron altos niveles de inflación y en donde la lucha por llegar al objetivo tardó más de una década en lograrse, como México, tener un objetivo de inflación general tenía sentido. La “clásica” frase que escuché una y otra vez de grandes economistas que formaron parte de la Junta de Gobierno del Banco de México justificaba bien tener como objetivo la inflación general: “¿Cómo le explicamos a una ama de casa que la inflación que enfrenta ese hogar no es nuestro objetivo, sino un artificio de los economistas como la inflación subyacente?”. No obstante lo anterior, ahora que el Banco de México ha logrado conseguir el objetivo de 3 por ciento y que se aprecia en etapa de consolidación, considero que se puede llevar a cabo un cambio del objetivo. A nivel internacional, la inflación subyacente es el cambio del índice de precios al consumidor excluyendo los rubros de alimentos y energía. Estos componentes tienen dos características importantes desde el punto de vista de política monetaria: (a) Son altamente volátiles, por lo que a veces tienen una incidencia muy grande en la dinámica de inflación y no permiten distinguir fenómenos transitorios de fenómenos más estructurales; y (b) la política monetaria tiene muy poca incidencia en los precios de los genéricos que forman parte de los grupos de alimentos y energía (e.g. si el precio del trigo –que se determina a nivel internacional-, aumenta significativamente y provoca mayor inflación en México, un alza de tasas del banco central no tendría ningún efecto para paliar la inflación proveniente de esta fuente). Es por esto que considero que el Banco de México debería de perseguir un objetivo de inflación subyacente, que incluye los componentes en donde una autoridad monetaria sí tiene injerencia. Hacia delante, la necesidad de contar con un objetivo de inflación más estable se hará todavía más evidente con la próxima liberación de los precios de los combustibles.

Chiquiar, D.; A. Noriega y M. Ramos Francia. “Un Enfoque de Series de Tiempo para Probar un Cambio en Persistencia de la Inflación: La Experiencia de México”. Applied Economics 42, pp. 3067-75, 2007.

McGrattan, Ellen. “Monetary policy and employment”. Economic Policy Papers. Federal Reserve Bank of Minneapolis, September, 2015.

*El autor es economista en jefe de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan en el artículo no necesariamente coinciden con las del Grupo Financiero Banorte, por lo que son responsabilidad absoluta del autor.

 Twitter: @G_Casillas

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José Cárdenas