El nuevo Museo de las Colecciones Reales es una obra acabada, que ha sido entregada a Patrimonio Nacional. A lo largo de 2016, se irá llenando con las mejores obras vinculadas a los Reyes de España desde la Edad Media hasta nuestros días, y será inaugurado bien entrado 2017.
Ha nacido para ser un nuevo pórtico de la visita al Palacio Real, pero es mucho más. Según explica a ABC el presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, el impresionante edificio diseñado por Tuñón y Mansilla «está llamado a proporcionar al visitante el contexto histórico y la explicación necesarios para entender el Palacio, que no es un museo exactamente. Lo que se expondrá es la continuidad de España explicada desde la continuidad que ha supuesto la Monarquía».
De momento, visitarlo es contemplar un edificio presidido por tres inmensas salas de 103 metros de largo por 16 de ancho. Desde la Plaza de la Almudena se accede al amplio vestíbulo donde estarán los mostradores (como las puertas, de roble ignífugo), el restaurante (con agradabilísima terraza), el auditorio y varias aulas polivalentes. Para llegar a las salas de exposición es necesario bajar por una rampa bastante amplia que sumergirá al público lentamente en nuestra historia nacional. La primera de las salas tiene casi ocho metros de altura, equivalente a tres pisos. El espacio creado por Tuñón y Mansilla es impresionante. La luz entra por el lateral que da al río, filtrada por estructuras que impiden que el sol del atardecer inunde directamente las salas.
Pronto se irán llenando con los ricos tapices, las armas y armaduras, los objetos de artes decorativas y todo tipo de piezas que alguna vez, a lo largo de los siglos, encargaron o utilizaron los Reyes de España. El proceso de revisión del inventario es parte necesaria para un proyecto expositivo que lidera el director del museo, José Luis Díez.
Pérez de Armiñán explica que la visita se organizará de arriba hacia abajo, en tres unidades. «La primera cuenta la unión de los reinos medievales y recorre la Casa de Austria, un momento que refleja la formación de la unidad política, consolidada con Carlos I, porque fue el primer Rey de España en sentido estricto, ya que fue proclamado por todos los reinos, heredero tanto de Isabel como de Fernando, a través de su madre». Para esta etapa, que albergará grandes obras de carácter simbólico y que tuvieron un uso ceremonial, como son las maravillosas tapicerías, se va a emplear la sala mayor.
La rampa continúa hacia el nivel intermedio. «Allí estarán las piezas del tiempo que se abre con la llegada de la Casa de Borbón y que alcanza nuestros días, con todas las vicisitudes históricas de todos conocidas -refiere Pérez de Armiñán-. Pero quiero explicar que no todos los reinados tienen una presencia similar, lo que importa es la línea de continuidad». La tercera unidad, en la sala inferior, que da a la zona del Campo del Moro, será dedicada a las exposiciones temporales. Pero cabe señalar que esas dimensiones de cien metros de largo han hecho necesaria una salida de emergencia hacia la mitad de la longitud de esos espacios.
Junto a una de las salas, además, se han conservado -y se mostrarán-restos arqueológicos que corresponden a un lienzo del antiguo Alcázar y a parte de la muralla. Pero en la planta inferior, además, se encuentra toda la zona de servicios, igualmente impresionante.
Los almacenes de obras, grandes salas aisladas que albergarán con toda seguridad las obras que no estén en exposición. Su sistema contra incendios utiliza un gas nuevo: el «novec». Se trata de un gas no tóxico que pesa mucho y aplasta el oxígeno contra el suelo, impidiendo la combustión. Las salas de frío y calor, para acondicionar la temperatura del edificio, son también un despliegue tecnológico impresionante y eficiente. Ni una vibración saldrá de ellas, construidas sobre suelo flotante de 10.000 metros cuadrados. El consumo es sostenible. El calor extraído de las máquinas de aire acondicionado (en realidad un «órgano» del tamaño de una catedral que anuda grandes tubos y turbinas) se utilizará para calentar el agua.
Todo este alarde tecnológico y constructivo crea un nuevo espacio y un volumen a los pies del Palacio Real que se abre al río y la Cuesta de la Vega yofrece una nueva vista de Madrid. Las fabulosas cifras de la obra no ocultan el resultado: «No hay otro centro que pueda mostrar esta historia», sentencia Pérez de Armiñán.
El importe total de la obra (incluida la dirección facultativa y la liquidación) ha ascendido finalmente a 139,7 millones de euros, con un ahorro de 18,9 millones de euros respecto al proyecto inicial, según informa Patrimonio Nacional. El coste final del proyecto completo (obra y museografía, equipamiento integral almacenes y áreas públicas, campaña de restauración y traslados de obras de arte) se estima en 171,5 millones de euros, con una disminución de al menos 29,2 millones de euros en relación con el coste inicialmente previsto. «Esta importante disminución de coste se ha debido fundamentalmente a la excelente gestión del anterior Presidente del Consejo del Patrimonio Nacional, el Embajador José Rodríguez-Spiteri, a quien corresponde en esencia el mérito de la terminación del nuevo Museo», según ha declarado Alfredo Pérez de Armiñán.
Fuente: ABC