Se acerca el término del año y para muchos es época del balance de las metas y objetivos propuestos en los diversos ámbitos de la vida. Ello, sumado al cansancio propio del final del año provoca estrés y angustia en muchas personas.
Para enfrentar de mejor manera este periodo, la psicóloga y docente de la Escuela de Psicología de la U. del Pacífico, Verónica Navarrete, dice que es importante que las evaluaciones de fin de año sean realizadas desde el tiempo presente y no en base a cómo nos proyectamos a principios de año. “Ello permite que las metas, las condiciones y los logros puedan ser evaluados en el hoy, tomando en cuenta las condiciones reales que se presentaron durante el año, teniendo la suficiente flexibilidad para tomar en cuenta la serie de imprevistos no considerados cuando fueron planteadas dichas metas y que muchas veces nos hacen tomar otros rumbos”, precisa.
La especialista indica que estos mismos cambios, que en un inicio pueden parecer dificultosos y amenazantes por la falta de programación, a larga pueden ofrecernos espacios de desarrollo que no teníamos vislumbrados.
Asimismo, Navarrete señala que las evaluaciones personales y profesionales no deben plantearse en términos categóricos de buenos o malos. “Se deben incluir espacios intermedios, donde las personas debemos aceptar ciertos rangos de flexibilidad, ya que lo que en un tiempo puede ser evaluado como malo, en otro tiempo puede ser algo positivo”, señala.
De igual modo, la psicóloga plantea que las metas propuestas deber ser continuamente reevaluadas en relación a las condiciones reales que estamos enfrentando en el día a día. “El hecho de obcecarse con la consecución a toda costa de una meta puede incluso ser mucho más perjudicial en términos de salud física y mental, y puede llevarnos a desajustes en los diversos ámbitos, generando altos niveles de estrés. Es importante que las personas sean capaces de redirigir sus metas en función de las condiciones reales con las que cuentan y eso no significa el abandonarlas, sino más bien ajustarlas a esto”, recomienda.
Otra gran fuente de estrés a fin de año la constituye la serie de compromisos que nos obligan a participar en reuniones, ceremonias, fiestas, compras de Navidad, entre otros, que nos exigen tiempo y disposición. “En este sentido es importante que las personas seamos capaces de jerarquizar nuestras agendas y compromisos, buscando espacios de convivencia y relación que nos permitan sentir goce y alegría, con el fin de no sobre exigirnos y llegar a un límite en que se genera un gran cansancio y fatiga física y mental, con la consiguiente vivencia de insatisfacción personal”, sugiere la especialista.
Fuente: 24Horas