Colaboración de Guillermina Gómora Ordóñez
Conocida como “la Ciudad Luz”, la hermosa capital de Francia se cubrió de sombras de miedo, de terror, de tristeza, de violencia, de furia. La sinrazón de unos fanáticos alteró, en minutos, el ambiente festivo de las noches parisinas y lo transformó en lágrimas y duelo.
Un dolor que estremece y enardece a millones de personas que no acabamos de entender el por qué o el para qué de estos actos terroristas, ejecutados por militantes del Estado Islámico que mantienen en vilo al mundo occidental.
La cuna de la libertad, la igualdad y la fraternidad, valores fundamentales para una sana convivencia, fue atacada en nombre de Alá, (Dios) como si ello les diera permiso para matar a personas inocentes y cometer toda clase de atrocidades como hemos visto a lo largo de los últimos años y meses.
¿Acaso ya se nos olvidaron las video-decapitaciones de turistas y periodistas; el ataque a la redacción de Charlie Hebdo y a un supermercado judío; el frustrado atentado a un tren de alta velocidad que viajaba de Ámsterdam a París; el avión ruso que explotó, en el aire, en Egipto?
Nada justifica la violencia, ni su irracional odio hacia el mundo occidental al que han etiquetado, estos fanáticos, como la moderna Sodoma y Gomorra. Encubiertos en el Corán se asumen como jueces de lo que consideran bueno y malo para la humanidad. Pervirtiendo así, los preceptos religiosos del mundo árabe.
“La ciudad del amor”, registra en carne viva una herida en el corazón de sus libertades de pensamiento, de acción, de pasión, de diversión. París se debate entre el duelo y el canto de guerra de la Marsellesa que retumba en cada rincón del país galo donde a voz en cuello sus habitantes gritan: ¡Viva la France!
Un clamor de guerra que alienta a defender el sistema democrático de Francia y de otras naciones que comparten la certidumbre en: la libertad, la igualdad, la fraternidad. Valores surgidos de la Revolución Francesa que van de la mano con la tolerancia y la aceptación del otro más allá de credos, color de piel y raza. Derechos del hombre.
Libertades que son el principal enemigo de una organización como el Estado Islámico que pretende hacer retroceder a la humanidad a la época del oscurantismo, con su visión totalitaria del mundo. Ignorando los avances de la época de la Ilustración del Siglo XVIII y su gran aporte a lo que hoy somos en todos los ámbitos, políticos, sociales y culturales.
Olvidar o tergiversar la historia, sólo conduce a guerras y crímenes inútiles que generan encono y sed de venganza. El mundo registra varias de ellas en sus memorias, convendría recordar su costo humano y financiero antes de emprender la lucha contra los “cobardes asesinos” como llamó Francoise Hollande a los yihadistas que ensombrecieron la luz de París.
Es cierto que los terroristas y sus líderes merecen un castigo por los crímenes cometidos, por violentar el modo de vida de los franceses y de la humanidad entera, pero la violencia, sólo genera más violencia.
Contra el oscurantismo la luz de la inteligencia y contra la furia el motor de la humanidad: el amor.
@guillegomora