El senador priista quien desató una tempestad en redes sociales por su iniciativa –dizque personal– de una “Ley para Prevenir y Sancionar los Delitos Informáticos”, da marcha atrás.
No soportó la presión de miles y miles de usuarios de Internet, activistas derecho-humanistas, expertos en libertad de expresión y medios de comunicación.
Por ejemplo, muy peligroso el impreciso resultaba el espíritu del artículo 21 de la iniciativa, referente a la “intimidación”, para sancionar “a quien, a través de medios informáticos, acose, hostigue, intimide, agreda o profiera cualquier forma de maltrato físico, verbal o psicológico en contra de usuarios de internet, de forma reiterada y sistemática”.
La redacción ambigua de la #LeyFayad confundía libertades; implicaba disciplina al interior del gobierno, sí, pero también aparentemente coartaba el derecho humano a la crítica de funcionarios públicos confundiéndolo con ataques, acosos, hostigamiento e intimidación.
De entrada, la #LeyFayad se entendió como una #LeyMordaza, diseñada para censurar a particulares y medios de comunicación por cuestionar al poder y por dar la impresión de intentar convertirse en una ley punitiva para regular el uso de redes sociales a conveniencia del poder, desde luego con tentaciones de censura.