El pasado viernes, el portavoz papal, Federico Lombardi, reveló que el encuentro de Francisco en la capital de Estados Unidos fue con el “señor Yayo Grassi”, un ex alumno argentino que el Pontífice había encontrado otras veces en el pasado.

Agregó que Grassi le había pedido al Pontífice que le permitiera presentarle a su madre y algunos amigos con motivo de su visita en la capital estadounidense.

“Como es conocido, el Papa conserva muchas relaciones personales motivadas pastoralmente con una actitud de gentileza, de acogida y de diálogo”, agregó Lombardi, sacerdote jesuita.

Antes, este mismo viernes, Lombardi emitió una declaración en la que minimizó el saludo que el Papa dio –también en Washington- a Kim Davis, una funcionaria del gobierno de Estados Unidos que fue encarcelada por negarse a firmar actas de matrimonio para parejas del mismo sexo.

Apenas hace un par de días, Davis informó públicamente que se había reunido con el líder católico en la nunciatura apostólica (embajada vaticana) de la capital estadunidense y que cuando lo saludó, el pontífice le dijo que se mantuviera fuerte.

La noticia captó la atención incluso fuera de Estados Unidos, ya que Davis se convirtió en una especie de heroína de la objeción de conciencia y un ícono político debido a su cercanía pública con precandidatos del Partido Republicano.

En su comunicación, el portavoz Vaticano minimizó el encuentro entre ella y Jorge Mario Bergoglio, aclarando que fue un intercambio “de cortesía” y que la mujer estaba mezclada entre “decenas de personas”.