Hace unos días en medios de comunicación se difundió que algunas empresas subieron los precios de los electrodomésticos con la presumible intención de ofrecer “ofertas” en el Buen Fin; en tanto, a unos días de que se celebre la edición 2015 se reactivan las críticas contra el Teletón. Dos iniciativas con buenas intenciones, pero cuya ejecución levanta suspicacias, por decir lo menos.
El Buen Fin, iniciativa impulsada en el sexenio pasado entre el gobierno federal y la Iniciativa Privada, trata de seguir los pasos del llamado Black Friday, que se realiza en Estados Unidos al día siguiente del Thanksgiving Day, cuando los comercios lanzan ofertas atractivas. Se trata de una campaña que hace mucho logró carta de naturalización. De hecho, no son pocos los mexicanos que viajan ese fin de semana para hacer compras navideñas.
Hay empresas que han logrado tal prestigio que los clientes pasan la noche o se enfilan con mucha anticipación para asegurarse los descuentos, cosa que no ha logrado el comercio mexicano; los últimos dos o tres años las compras se han centrado en los electrodomésticos porque han sido los productos que los grandes establecimientos han utilizado como anzuelo. Por lo demás, la estrategia ha sido ofrecer facilidades de pago, que sin ser poca cosa tampoco representan oportunidades, porque durante todo el año las empresas y las instituciones de crédito promueven las compras a plazos. En síntesis, el Buen Fin es una idea acertada pero pésimamente ejecutada.
El Teletón es otra cosa, sobre todo después de que el Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas criticó la entrega de recursos públicos al Teletón. Como se sabe, cada año son precisamente los gobiernos en sus tres niveles los que garantizan una de las partidas más importantes.
Con toda razón se insiste en que los funcionarios dejen de “saludar con sombrero ajeno”, apareciendo en televisión y radio con donativos que no salen de su bolsillo, y que los recursos públicos deben canalizarse para los muchos programas sociales existentes, particularmente los destinados a la atención de los niños.
No hay duda de que la Fundación Teletón ha desarrollado una espléndida labor, sus instalaciones y atención a los niños aceptados son las adecuadas, pero como en otros países, estas fundaciones deben funcionar con los recursos y esfuerzos de sus promotores y no apuntaladas con dineros del erario.
Los donativos son deducibles, una forma de estimular la generosidad de personas, empresas y organizaciones con compromiso social. Como el Teletón, abundan iniciativas, y las vemos en los supermercados cuando el o la cajera en turno nos preguntan si queremos redondear y en otras muchas campañas para atender grupos vulnerables o luchar contra enfermedades.
El Teletón ha entrado en una espiral descendente que obliga al replanteamiento, por lo menos a buscar opciones más allá de las aportaciones gubernamentales.
Apenas aparecieron tendencias favorables a la candidatura de Margarita Zavala y reaparecieron los enemigos de su esposo Felipe Calderón; de primaria: confirmar la versión y su fuente, aunque son demasiadas coincidencias y antecedentes.