El 80% del oxígeno indispensable para la vida se produce en los arrecifes del coral, un ecosistema en peligro de extinción debido al cambio climático. La contaminación de los océanos constituye un grave problema; hoy en día solo el 1% del mar está protegido, frente al 12% de la tierra.
La extensión de hielo en el Ártico se está reduciendo considerablemente y si continúa así el nuevo escenario es, como poco, desolador. El aumento de las temperaturas y los cambios en la humedad propiciarían la aparición de nuevas enfermedades debido a la ampliación de las zonas geográficas donde habitan insectos, como el mosquito tigre. El nivel del mar subiría rápidamente y muchas islas y zonas costeras desaparecerían.
Además, la drástica reducción de la capa de hielo, que antes tenía un grosor de más de 5 metros y ahora no supera los 2, aumenta la absorción de la energía solar. Actualmente, la capa polar refleja la luz del sol, lo que ayuda a refrigerar el planeta, pero con el deshielo, la superficie terrestre absorberá más calor. Los glaciares del mundo entero están en pleno retroceso; la Organización Meteorológica Mundial (OMM) considera que el Ártico cambiará hacia finales del siglo XXI, pudiendo desaparecer en 70 años. Varias especies animales están ya en peligro de extinción debido a esta situación, entre ellas: osos polares, morsas y varias especies de peces y aves.
Sin embargo, el deshielo no es el único peligro al que nos enfrentamos. La pesca descontrolada también está afectando al ciclo vital del océano. El 90% de los grandes depredadores como los atunes, los tiburones, los meros y el bacalao están desapareciendo debido a la sobrepesca llevada a cabo en los últimos 50 años. Si continuamos con la misma tendencia, en 2050 habremos terminado con el 90% de los peces. Consumimos a un ritmo exponencial, pero no dejamos que el ecosistema marino se recupere y se repueblen las zonas dañadas, pues las reservas marinas son casi inexistentes, un 1% es una cifra insignificante. El océano no es un mercado libre al que el ser humano pueda acudir cuando le plazca, si seguimos así, dentro de poco el mayor ecosistema de la tierra desaparecerá. Por otro lado, la destrucción de los arrecifes de coral no solo afecta al oxígeno de la tierra, sino que la mayoría de los peces que consumimos provienen de ese hábitat y les estamos dejando sin hogar. También funcionan como barreras naturales que protegen las costas de la erosión del oleaje y son la base de la cadena alimenticia marina.
Por otra parte, el ser humano utiliza el océano a modo de «basurero», lo que ocasiona la muerte de cientos de especies animales pertenecientes a la fauna marina. La durabilidad del plástico se ha convertido en uno de los grandes retos medioambientales de nuestra sociedad. Cada hora se vierten al océano 675.000 kilos de basura, compuesta entre un 60 y un 80% por plásticos, un material que tarda 500 años en degradarse. Este elemento supone una trampa mortal para la fauna marina. La mayoría de muertes se producen por enredo o ingestión.
La ONU considera que los esfuerzos de los Gobiernos para atajar el cambio climático son insuficientes. Falta menos de un mes para la inauguración de la cumbre de París, en la que 196 Estados intentarán cerrar un pacto que sustituya al de Kyoto y que se empezará a aplicar a partir de 2020. El objetivo principal es reducir las emisiones de CO2, aunque ese solo es el problema más sonado de entre otros muchos.
Fuente: Blastingnews